Cursos

Podcast

Canales Youtube

Visitantes

39,863,742

TONATZIN NUESTRA MADRE QUERIDA

Hits:78508

Todos los pueblos del mundo tienen dentro de sus mitos de origen, la figura de la ?Madre Tierra?, como uno de los ms importantes. El sentido de pertenencia al planeta y la visin de que es un ser vivo, femenino y generoso, es la constante en estas historias antiguas de todas partes del mundo.

La desacralizacin de la vida y el mundo por la cultura occidental, la imposicin del pensamiento cientista y la actitud fundamentalista para el culto al Becerro de Oro y a la materia, han afectado enormemente esta actitud de valores y principios, msticos y espirituales ante la Tierra como un ser consciente y a los seres humanos como sus hijos.

Especialmente en los ltimos dos siglos por la hegemona de la cultura occidental a nivel planetario.

En las seis civilizaciones con origen autnomo del mundo y las ms antiguas, esta actitud es coincidente y se repite de manera general en todas las culturas que emanan de estas seis civilizaciones generadoras.

En el llamado Continente Americano, sorprende encontrar en las dos civilizaciones asombrosos paralelismos sobre el concepto de ?La Madre Tierra?, que nos invitan a pensar que en vez de ser dos civilizaciones diferentes, es solo una, con mltiples variantes en tiempo y espacio.

En efecto, para las civiizzaciones originarias del continente: El Tahuantinsuyu (Amrica del Sur) y del Anhuac (Amrica del Norte), los conceptos de ?Pachamama y Tonatzin, son muy similares y una piedra angular para entender la cultura y la religin de estos pueblos ancestrales.

Para las culturas que nacieron en la cordillera de Los Andes, Pachamama era una entidad femenina generadora, que tena su contraparte masculina en Inti, entidad asociada al Sol.

De esta manera la Tierra era femenina y tena a su pareja contraparte con el Sol. En la civilizacin del Anhuac, de la misma manera se encontraba Tonatzin como entidad generadora, entendida como una figura femenina que representaba a la Tierra y en Tonatihu a su contraparte masculina representado simblicamente por el Sol.

Para los antiguos mexicanos, la vida era la oportunidad para trascender espiritualmente el mundo material. En su religin, especialmente del periodo Clsico perteneciente a la cultura tolteca, el Dios supremo no tena nombre, ni se le poda representar. Metafricamente se le llamaba de diferentes formas: Aquel por quien se vive, Noche viento, El dueo del cerca y el junto, etc.

Esta inconmensurable divinidad tena muchas advocaciones diferentes presentes en diversos aspectos del mundo y de la vida. De la misma manera que en la religin Catlica, existe una solo Virgen, con mltiples advocaciones. De esta forma, no existan ?dioses? como los europeos han insistido en afirmar. Las diferentes advocaciones de la divinidad suprema los espaoles las interpretaron como ?dioses?, pero jams se tuvo es idea en el Mxico antiguo.

Por esta razn aparece ?Tonantzin, nuestra madre querida?. Que en principio no es una diosa, sino una advocacin de la divinidad suprema, que era invisible, impalpable e innombrable. Asociada a La Tierra como ?ser vivo y con conciencia?. La Tierra al igual que todos los seres vivos tiene tres cosas que los iguala: que est viva, que siente y que se va a morir. Por ello la Tierra nos siente y nos presiente. Ella es la madre generadora de la vida y su generosidad no tiene lmite. Como el amor de una madre a sus hijos pequeos.

La diferencia de la cultura occidental con la del Anhuac es que, mientras para la primera La Tierra ha sido entregada a los hombres para su ?explotacin, transformacin y dominio?, para los antiguos mexicanos La Tierra era nuestra ?madre querida?. El objetivo del ser humano y las sociedades del Mxico antiguo era ?integrarse?, buscar el equilibrio, humanizar al mundo y coadyuvar con las fuerzas superiores para mantener el desarrollo del planeta.

De manera que la responsabilidad del antiguo habitante del Anhuac era doble. Por una parte era de carcter espiritual y por otra de carcter fsico.

Este sentido de responsabilidad estaba presente, no solo en las altas autoridades, que cuando tomaban el cargo de Tlatuani tenan que prometer que velaran por el orden espiritual y material de La Tierra. El ?mantenimiento? del Quinto Sol, as como la responsabilidad de asegurar el ciclo de lluvias y la prevencin de las catstrofes naturales competan al Tlatoani en turno.

Pero tambin al hombre comn, quien tambin tena que sostener el mundo en que viva, tanto en el aspecto espiritual-religioso, as como en el de cuidar fsicamente de las tierras que se le asignara el Taltocn en su Calpulli respectivo.

Y precisamente esto nos lleva a comentar la forma de tenencia de tierras de los antiguos mexicanos, que intrnsecamente podemos encontrar los valores y principios en los que se sustentaba la relacin de La Tierra con los seres humanos.

La Tierra era una expresin de la creacin divina. La parbola de la creacin del Quinto Sol nos confirma el hecho de los dioses se tuvieron que sacrificar para que surgiera el mundo en el que vivimos.

Como los dioses se sacrificaron para que naciera la Tierra y los seres humanos, de la misma forma los seres humanos se tendran que sacrificar espiritualmente para sostener el mundo. Esta es la razn por la cual los seres humanos del Quinto Sol se les llamaban ?masehuales?, que significa en lengua nhuatl, ?merecedores del sacrificio de los dioses?.

As, la tierra era considerada sagrada y por ende un bien comn. La tierra no la posean en el sentido occidental, por el contrario, los seres humanos son hijos de la tierra y el Taltocn les otorgaba ?en prstamo? un terreno para su mantenimiento y cuando no lo trabajaban, era recogido por el calpulli.

Los Viejos Abuelos tenan una responsabilidad, no solo con la tierra que se les asignaba, sino a travs de las formas de organizacin comunitarias, como el tequio o la Guelaguetza, compartan responsabilidades por el bienestar de las tierras comunales. La Tierra como generadora y sustentadora del mundo material y del mundo espiritual. Esta es la razn por la cual, desde 1521 los occidentales no han comprendido el por qu, las culturas originarias no tienen el frenes explotador y depredador de los recursos naturales.

Las culturas originarias de ayer y de hoy, herederas de la milenaria civilizacin del Anhuac, vean y ven en el cuidado de la tierra una forma de mantener su cultura, su partencia y su significado existencial.

El desarrollo de la agricultura en el Mxico antiguo se nos revela como la base del cimiento con el que se desplant el impresionante desarrollo cultural. La vinculacin de la tierra y el ?proyecto abstracto civilizatorio? es irrefutable para una visin descolonizada de nuestras races.

No pudo existir la cultura olmeca y sus sorprendentes testimonios en la materia en La Venta en el Periodo Preclsico, o la cultura tolteca y sus impresionantes testimonios en Teotihuacn en el Periodo Clsico y mucho menos la cultura mexica con la ciudad de Tenochtitln, la ms grande y moderna del mundo de aquellas pocas, sin un eficiente sistema alimentario que se basaba fundamentalmente en la agricultura.

Ms all de la visin sagrada y mstica que sostuvieron con la tierra Los Viejos Abuelos del Anhuac, los conocimientos cientficos y tecnolgicos desarrollados a lo largo de siete mil quinientos aos de desarrollo humano, representan uno de los grandes aportes de nuestra civilizacin al mundo y nos revelan el grado de adelanto que posean en su vinculacin material con Tonatzin.

La invencin del maz, la milpa, la chinampa, los sistemas de regado. Los aportes a la cultura universal como el chocolate, la vainilla, el chicle, por citar unos cuantos, nos revelan la fructfera relacin del ser humano y la Tierra en nuestra Cultura Madre.

Estos valores y principios han sido sistemticamente negados y rechazados. Primero por los conquistadores y luego por los colonizadores extranjeros, hasta el siglo XXI, que no han querido entender y valorar las aportaciones y la riqueza de sabidura de la civilizacin invadida.

El paradigma de la cultura occidental est en inminente quiebra. El modelo econmico y la visin que se tiene de La Tierra, nos ha llevado por el camino de la depredacin y contaminacin. La Tierra est sufriendo una severa crisis y est al borde del colapso. Bajo el modelo occidental, ya no existen posibilidades de un futuro a mediano plazo para la humanidad.

Acaso ser necesario voltear al pasado e investigar ?descolonizadamente? la relacin del ser humano y La Tierra de los pueblos ancestrales. Quizs el futuro de Mxico y la humanidad sea su pasado.

Devolverle a La Tierra su sentido sagrado y divino, tal vez no sea tan descabellado para reorientar el desarrollo de la humanidad. A final de cuentas la ciencia ms avanzada de occidente, empieza a reconocer en La Tierra a un ser vivo. Y como todo ser vivo tiene derechos y prerrogativas para su supervivencia, dado que nuestra forma equivocada de vivir y entender el desarrollo la est amenazando de manera creciente.

Nada nuevo ha inventado en lo esencial desde hace diez mil aos la humanidad. Al fragmentar y parcializar el conocimiento la cultura occidental ha confundido la sabidura por la informacin y ha sumido al planeta en un crisis de dimensiones insospechadas.

Nunca como antes la humanidad ha tenido tanto ?conocimiento? e informacin, y sin embargo, nunca la humanidad haba estado tan desquiciada y La Tierra tan amenazada. El conocimiento y la informacin sin el sustento espiritual no nos hacen mejores personas. Una ciencia sin sabidura nos conduce a la destruccin y a la muerte, sea de los pueblos o de La Tierra.

Es por ello que el volver a revisar y replantear nuestra relacin con La Tierra es fundamental para disear un mundo mejor. Conocer e interpretar los mitos y leyendas de los pueblos ancestrales resulta un excelente camino para retomar la milenaria sabidura humana, que se ha ido decantando a travs del tiempo. La construccin de una vida mejor estar sustentada en la ?humanizacin? de la relacin con La Tierra y todos los seres vivos que comparten con los humanos el mismo derecho de vivir.

Desde esta perspectiva la vida es un derecho divino y su preservacin una responsabilidad que humaniza nuestra existencia, como lo afirma las civilizaciones originarias del continente.

Buscar