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LAS REFORMAS ESTRUCTURALES DEL ESTADO o el principio del fin

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Existen dos visiones muy polarizadas de interpretar el desarrollo de un país y del mundo. La más poderosa, económica, política y militar es aquella que pretende “liberalizar” de barreras legales y regionales la economía para que “la libre empresa” prospere en un clima favorable, sin ningún tipo de restricciones, sean estas de carácter fiscal, laboral, ecológico, social, cultural y religioso. Asumen que la libre empresa y el libre mercado solucionarán por si solos los problemas de los seres humanos, reduciendo al máximo el papel del Estado dejándolo a su mínima expresión con funciones únicamente de administrador y de policía.

 

Esta concepción del desarrollo se sustenta fundamentalmente en una visión materialista, pragmática y totalmente deshumanizada del individuo, la familia y la sociedad. Percibe al planeta y a la naturaleza únicamente como un medio para obtener riqueza a través de su dominación, transformación y explotación. Excluye toda posibilidad de desarrollo auto sustentable (porque resulta costoso y limitante) y conciencia espiritual (porque es anticuado y no es comercial).

 

La segunda, que abanderan las inteligencias más avanzadas de la humanidad, pero que desgraciadamente no tienen poder político, ni económico, teniendo en contra la formidable maquinaria de los medios de difusión. Este puñado de personas de todos los países, especialmente de los más ricos. Que poseen la información y la instrucción necesarias para darse cuenta “de lo que realmente esta sucediendo en el planeta”, por lo cual están muy preocupados por el futuro de la humanidad. Esta gente esta librando una lucha heroica y desigual al enfrentarse a organizaciones supra nacionales que están controlando, directa e indirectamente a los gobiernos y al mundo en general. Organizados a través de asociaciones civiles y organismos no gubernamentales, sin recursos, boicoteados y perseguidos por el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio, el Fondo Monetario Internacional y por los gobiernos de los países.

La filosofía neoliberal argumenta que la pobreza genera solo pobreza y la riqueza genera riqueza, de modo que se debe apoyar y financiar a los ricos y a las grandes corporaciones transnacionales. Piensa que todo el dinero que se dedique a subsidiar y asistir a los pobres es dinero perdido, que solo generará más pobreza. Pretende crear un mundo donde mega empresas controlen la producción y la comercialización de todo cuanto se fabrique en el planeta, donde no existan países, sino regiones económicas y un gobierno mundial que dirigirá el destina de la humanidad. Para esta visón del mundo existen muchos pobres que deben literalmente “desaparecer”. El mundo se debe privatizar y el Estado debe ser solo un regulador y administrador. En pocas palabras, el mundo se debe convertir en una “selva económica”, donde el más fuerte y el más apto sobrevivirá, haciéndose más productivo, más rentable y con mayores posibilidades de consumo. Los que no logren sobrevivir serán “desechados” como una especie en extinción.

 

El poder económico mundial esta concentrado en 500 personas, familias o empresas en el mundo. A través de los organismos supranacionales controlan, no solo las economías de los países, sino a sus dirigentes, convirtiéndolos en su sumisos y serviles empleados. De este modo casi todos los presidentes y primeros ministros del mundo, en el mejor de los casos, tienen que contemporizar y negociar con estas voraces fuerzas económicas, que no tienen bandera ni país. Sean presidentes de los países ricos o de los pobres, comenzando con Estados Unidos. Estas poderosas fuerzas económicas y financieras han tejido una compleja y extensa red o telaraña en todo el mundo, que tienen atados de manos a los gobernantes y condenados a la miseria a los pueblos, por la feroz explotación a la que son sujetos.

 

Sin embargo, existen personas que creen sinceramente en el neoliberalismo económico es un medio para lograr la riqueza de una nación. Piensan que al generar riqueza, ésta solucionará los males de los pueblos. La realidad nos dice que cuando se logra generar la riqueza a un costo social muy alto, es decir, aumentar el PIB, los índices de bienestar de un pueblo pueden decrementarse considerablemente, pues no se toma en cuenta el injusto reparto de la riqueza, producida a base de sangre de pobres y de la contaminación ambiental. El caso de México es típico, somos la novena economía del mundo y al mismo tiempo el nivel de vida del pueblo es tan bajo como el Kenia o Bangla Desh. El alto costo social de generar la riqueza conlleva estrés y frustración en los individuos, destruye las familias y la sociedad pierde un equilibrio indispensable entre el bienestar material y el desarrollo espiritual. La gente lo único que quiere es dinero y como no lo tiene, entra en una dinámica de violencia de todo tipo y frustración permanente.

 

En México el neoliberalismo entró con Miguel de la Madrid, se nos dijo que los políticos populistas nos habían llevado a la quiebra económica y si bien, de momento no existía recursos para pagar el servicio de la deuda externa, el Estado era fuerte y contaba con una inmensa riqueza en los activos de las empresas paraestatales. Los “tecnócratas” tomaron las riendas de un país a principios de la década de los ochentas, mucho más prospero y rico, sin tantos problemas. Con un pueblo y gobierno posrevolucionario que estaba llevando, muy lentamente, la justicia social propuesta por la revolución mexicana.

 

Carlos Salinas fue el que destruyó al Estado mexicano que con tantos sacrificios y sangre se construyó durante el siglo XX. De manera corrupta se desincorporaron las empresas paraestatales entre sus amigos y sus prestanombres, se dilapidó irresponsablemente la riqueza nacional, se destruyeron los mercados regionales y el nacional, se le abrió la puerta de parar en par a los mercaderes internacionales y con ello se le dio el golpe de gracia a los industriales y comerciantes pequeños y medianos del pais. Se le vendió al pueblo el sueño de que seríamos, gracias a la modernización, una nación del primer mundo. Salinas y después Ernesto Zedillo continuaron al pie de la letra las instrucciones que les dictaba el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio y el Fondo Monetario Internacional. Desde De La Madrid hasta Fox no ha existido cambio alguno en la política económica de la nación. Como dóciles empleados nuestros mandatarios han cumplido al pie de la letra las órdenes de sus patrones. Primero pagar y luego crecer y como no nos alcanza, entonces nos vuelven a prestar. Salinas entregó al pueblo de México y sus recursos naturales al capital financiero supra nacional vía el TLC.

Estos empelados de alto nivel usurpando las funciones de estadistas, cuando terminan su gestión, los premian con unas migajitas y los hacen “empelados de confianza” de algunas de las mega empresas de esta poderosa mafia.

 

Vicente Fox en su tercer informe amenaza al Poder Legislativo y al mismo pueblo de México, tratando de hacer un chantaje. O entregamos el país a través de las “reformas estructurales del Estado” (entiéndase entregar al poder financiero supra nacional, el petróleo, la electricidad, desmantelar los derechos de los trabajadores, bajar los impuestos a los ricos y aumentárselos a los pobres, privatizar la salud y la educación, abrir incondicionalmente la economía a las grandes empresas transnacionales, quitar subsidios al campo y a los pobres) o entraremos en una crisis histórica. El problema es que el Presidente Fox no sabe que desde hace 20 años la estamos viviendo. El México que tomaron por asalto los tecnócratas era más prospero y justo, que en el que estamos viviendo.

 

Los tecnócratas resultaron un fracaso, destruyeron el sistema político, la economía, degradaron la vida social y cultural del pueblo de México y endeudaron más al gobierno. Finalmente diremos que resultaron más ladrones e ineficaces que los políticos, y por ello más peligrosos, “verbo y gracia”… Carlos Salinas. En las dos últimas décadas del siglo pasado, bajo la administración neoliberal a manos de los tecnócratas hemos pagado, solo de intereses, 460 mil millones de dólares al capital financiero supra nacional. Ocho veces lo que debíamos al inicio de los años ochentas, y actualmente debemos tres veces más que la deuda que les dejaron los políticos a los tecnócratas.

 

Vicente Fox quiere más y le pide más al Poder Legislativo. Fox no es hijo de un mexicano, Fox ni siquiera es un panista y mucho menos un político. Fox es una prospero empresario regional del Bajío, que vendió exitosamente un refresco transnacional. Ahora esta trabajando para los intereses de las mega empresas trasnacionales y del capital financiero supra nacional. Si llega a terminar su mandato, seguramente saldrá huyendo del país y le darán una chambita sus patrones. Pero el pueblo de México quedará más empobrecido y debilitado para defenderse de este flagelo que ataca a la humanidad y a la vida en este planeta.

 

Las reformas estructurales del Estado que pidió Fox al pueblo y al Poder Legislativo, es la renuncia a la auto determinación, a la soberanía política, económica y alimentaría. Es el fin del proyecto de los criollos que nació en 1821, para construir un país libre y soberano. Si Fox logra los objetivos que le han encomendado sus patrones, como diría Guillermo Bonfil, “el México imaginario” renuncia a su proyecto y dejará al “México profundo” como estaba antes de la Guerra de Independencia. En estos doscientos años “el México profundo” ha estado solo agazapado y resistiendo.

 

Por desgracia lo que esta pasando en México esta pasando en muchos países del mundo. Al globalizarse la economía los problemas se han globalizados. Nunca en la historia de la humanidad “los MERCADERES”… los que un día Cristo corrió del templo, habían tenido tanto poder y control sobre los seres humanos y sus gobiernos.

 

Lo que puede salvar a la humanidad de esta crisis planetaria es el potencial espiritual que poseen los pueblos en su CULTURA. En efecto, los valores y principios humanos, que han sido inmutables en los 10 mil años que tenemos de vivir en civilizaciones. Cuando una persona, una familia o un pueblo logran tener conciencia y recurren a su potencial espiritual, no existe capital económico ni ejército que puedan someterlo. Esto parece una contradicción, pero las fuerzas obscuras del capital financiero supra nacional resultan sumamente vulnerables y frágiles ante la conciencia espiritual de la vida y el mundo que todos los seres humanos poseemos. (2008)

 

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