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La gran mayora del pueblo de este pas no est de acuerdo con los resultados histricos del gobierno en los ltimos dos siglos desde la fundacin de Mxico. El Estado colonial se mantiene hipcritamente. La violencia, la exclusin y la negacin han sido las pautas reiterativas con que opera el Estado y el gobierno criollo. Son un puado de familias y empresas las que tienen el poder en Mxico y ejercen la violencia a favor de sus intereses polticos y econmicos. De la misma manera, son un puado de criminales organizados en partidos polticos, carteles o bandas de criminales que ejercen la violencia a favor de sus intereses polticos y econmicos. En medio de este desastre esta el inmenso y desolado pueblo poniendo los muertos, los quebrantos econmicos, la desintegracin del tejido social, los valores ticos y morales, la degradacin de la cultura, las tradiciones, usos y costumbres ancestrales.
Los actos violentos que estamos viviendo actualmente son la consecuencia de un sistema histrico y culturalmente violento. S queremos detener la violencia de las armas necesitamos erradicar la violencia ejercida por un Estado injusto, abusivo e irresponsable. Necesitamos cambiar la visin del ejercicio del poder y compartir un nuevo proyecto de nacin en el que participe la sociedad en su conjunto. Aunque parezca increble, los anahuacas tenemos como herencia cultural el conocimiento de cmo organizarnos, lo hicimos durante ms de diez siglos de manera brillante (Periodo Clsico 200 a.C. A 850 d.C.). Lo hemos sabido hacer en momentos de gran necesidad, como fueron los sismos de 1985 en la Ciudad de Mxico.
Necesitamos creer en nosotros mismos. En nuestro potencial cultural, pletrico de experiencia y sabidura sistematizada y trasmitida por decenas de siglos, en la vigencia de nuestra civilizacin Madre y nuestra irrenunciable perteneca a ella. Nuestra civilizacin originaria no est muerta. Vive en lo profundo de nuestros colonizados corazones y nuestras adormecidas conciencias, en el ?banco gentico de informacin cultural? que cada uno de nosotros tiene. Necesitamos recurrir a nuestra herencia ancestral y sumarla a nuestro tmido y limitado mestizaje. Necesitamos recurrir a lo mejor de las civilizaciones que nos conforman, sin exclusiones. Necesitamos hacer la seleccin de lo mejor que est a nuestra disposicin ?que es nuestro y nos pertenece por derecho propio-, y con ello construir una nueva sociedad y acabar para siempre la colonizacin. Con los vencedores y los vencidos, los abusadores y los abusados, con los victimarios y las vctimas. Como lo est haciendo China e India, civilizaciones tan antiguas como la del Anhuac.
El colonizador abusivo y violento siempre le ha apostado a la prdida de la memoria histrica, a la auto degradacin, a la impotencia y sumisin. Le ha apostado al olvido y la ignorancia de nosotros mismos, y justamente ah ha encontrado su poder. Pero por ms poderosa que parezca la maquinaria colonizadora, es sumamente frgil y vulnerable. El poder de la conciencia, la organizacin y la sabidura ancestral es inconmensurable. Es solo necesario hurgar en nuestra historia antigua y descubrirnos a nosotros mismos. Saber de qu estamos hechos, qu es lo que hemos logrado en siete milenios y medio de desarrollo humano endgeno y sabremos qu debemos hacer.
La emergencia de esta poderosa conciencia surge desde las telricas profundidades de nuestra milenaria civilizacin. La cultura es lo nico que nos puede rescatar. Es la sabidura ancestral que vive en nuestro banco gentico de informacin cultural la que puede cambiar nuestro destino. Lo difcil no es crear una nueva sociedad. Lo verdaderamente difcil ?por ahora- resulta imaginarla.