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EL TREN “LA RUTA DE CORTÉS” y LA “BATALLA DE LA NOCHE TRISTE”.

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Este país mal llamado “México”, surge, primero de una feroz invasión. En efecto, sin mediar agresión o amenaza alguna, los españoles empezaron a llegar a partir de 1492 a robar, matar y destruir a pueblos pacíficos e indefensos. Después, durante tres siglos viene una brutal ocupación, que implicó una devastadora matanza, de 25 millones de personas hasta reducirlos a un millón. La destrucción sistemática de las instituciones, leyes y autoridades ancestrales, para imponer grotescas leyes, autoridades e instituciones de carácter colonial, es decir, diseñadas para explotar a los vencidos-ocupados, y depredar sus cuantiosos recursos naturales. A principios del siglo XIX, después de una lucha de 11 años entre criollos contra gachupines, con eufemismo, llamada “Guerra de Independencia”, los criollos y gachupines en pugna deciden hacer las paces y mejor crear “su propio país”.

Así es como nace México, el país de los criollos únicamente para los criollos. Los invadidos-vencidos-ocupados, seguirán los siguientes doscientos años, no solo en las mismas condiciones, porque hoy en día, están en peores circunstancias que en el periodo colonial. Por ejemplo: En la Colonia se sabían vencidos, invadidos y explotados. Hoy el pueblo enajenado se cree: que vive en “su país”, en una democracia y se piensa “libre”. Por ejemplo: en los tres siglos de Colonia, los españoles se robaron del Anáhuac 194 toneladas de oro, en los últimos diez años, las mineras canadienses y norteamericanas, se han robado cuatro veces esa cantidad de oro. Ayer las armas eran el arcabuz, la espada y la lanza, ahora es la televisión, la coca cola y la comida chatarra. La diferencia es que hoy los invadidos-colonizados, pagan ellos mismos las armas con las que están siendo aniquilados. Ayer les imponían a la fuerza la religión católica del invasor, hoy la gente, asume y abraza con fervor la nueva religión: el consumismo.

La conversión es que antes eran pueblos invadidos-ocupados, hoy, por decisión propia, son pueblos “colonizados-colonizadores”. Es decir, asumen al mismo tiempo el rol de explotados y explotadores (fregados y fregones). Ayer los amos y señores eran los gachupines, es decir, españoles nacidos en España. Hoy son extranjeros avecindados en estas tierras con varias generaciones. Los dueños de la riqueza, las mejores tierras, los mejores negocios, las mayores industrias, las mejores casas, las mejores zonas residenciales, las mejores escuelas, los exclusivos centros comerciales, los lujosos clubes, los mejores puestos en los tres niveles de gobierno, -en general-, son para personas con IDEOLOGÍA CRIOLLA. Personas y familias, por supuesto con abolengo, que históricamente se han beneficiado de la invasión-colonización y del nuevo país llamado “México”, en honor a los mexica y “su gran imperio azteca”, que sus antepasados “heroicamente” vencieron para traer a estas tierras “la verdadera religión, la cultura, la lengua, el arte y la educación”, es decir, en síntesis, “la modernidad y el progreso”.

Pues bien, amable lector, estas personas y su perversa e inhumana ideología, diseñan el país, su historia y cultura a su gusto, comodidad y confort existencial. Ellos son los que tienen que celebrar el 12 de octubre con “su descubrimiento”, el 15 de septiembre al quitarse el yugo de la corona española, o el 20 de noviembre, con su jugosa asociación comercial con Estados Unidos.

Esta gente de ideología criolla invertirá 100 millones de dólares a través de una iniciativa del Consejo Nacional Empresarial Turístico, para crear un tren turístico, que recorrerá, la ruta de la invasión de… ¡Hernán Cortés! “Ellos tienen mucho que celebrar y recordar” el próximo año de 2019, quinientos años de su llegada a estas tierras a “hacer la América”. Esta gente es la que en los libros de texto de “su historia”, les enseñan a todos los niños del país, que cuando los españoles-invasores fueron derrotados en 1520, a esta “lamentable derrota”, la han llamado “La Batalla de la Noche Triste”. Un pueblo sin memoria histórica está indefenso y sin dignidad.

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