El problema estructural de nuestro país, como el de muchos en el mundo, es que vivimos en una sociedad colonial. Las relaciones políticas son coloniales, las relaciones económicas son coloniales, las relaciones sociales son coloniales y el sistema de educación es colonial. Entiéndase por colonización la invasión y sometimiento de un pueblo por otro, para explotar su mano de obra y depredar sus recursos naturales. Enriquecer a los colonizadores y empobrecer a los colonizados. Los colonizadores destruyen las leyes, las instituciones y las autoridades de los conquistados e imponen leyes, instituciones y autoridades específicamente coloniales para favorecer y mantener el proceso.
En estos cinco siglos, desde la invasión europea en 1521 hasta nuestros días, no hemos superado el periodo Colonial, lo que ha sucedido es que han cambiado nuestros colonizadores y las matrices coloniales, pero el pueblo y el gobierno siguen viviendo relaciones colonizadas, solo que muy hipócritamente escondidas y camuflajeadas con visos de “modernidad, democracia y globalización”.
Recientemente apareció una nota muy importante en La Jornada [20.5.03] donde informan que una mafia de familias mexicanas impide la transparencia de los mercados mexicanos. Un poderoso grupo de inversionistas norteamericanos congregado en el Instituto Internacional de Finanzas señaló que México es el tercer país con mayor concentración de la propiedad en el mundo, lo que implica que un puñado de familias “de noble abolengo” en su mayoría “criollas”, absorbe una quinta parte del crédito total de país y éste se concentra en 20 empresas. Esta mafia ha logrado obtener del gobierno un trato preferente y excepciones en impuestos que impiden la liberalización de la economía.
Esto en pocas palabras es un Sistema Colonial y la punta del iceberg que estructura la sociedad mexicana. En el ámbito nacional son un grupo de “nobles familias” que tienen el control económico y que “negocian” con el capital foráneo la explotación del pueblo de México y sus recursos naturales. Quitan y dan apoyos a los grupos políticos que son sus lacayos que favorecen y salvaguardan sus intereses. Este mismo Sistema Colonial se reproduce en los estados, donde una elite poderosa posee el control económico y político. Este sistema llega hasta las regiones más apartadas de manera más burda y más obvia, pero con los mismos objetivos y resultados, nada más que aquí les llamamos caciques iletrados.
Esta es la razón por la cual nuestras relaciones sociales, culturales, educativas, productivas y culturales son coloniales. Vivimos en un país de vencedores y vencidos, de colonizadores y colonizados. Lo que nos lleva a mantener una actitud doble como “colonizador-colonizado”, es decir, en algunas relaciones nos toca ser el colonizador y en otras el colonizado. Por ello todo mundo en vez de tratar de acabar la colonización, pretende ser un implacable colonizador. Triunfar en nuestras sociedades es convertirse en un colonizador, fracasar es continuar siendo un colonizado.
El Sistema Colonial por su naturaleza es injusto, violento e inhumano. Vista desde esta perspectiva, la corrupción es una consecuencia lógica del Sistema Colonial, pues el sistema es ilegal. En efecto, desde 1521 un puñado de extranjeros ausentes y extranjeros avecinados por muchas generaciones, se han apropiado de la riqueza y del trabajo de los mexicanos. Las leyes, las instituciones y las autoridades, no buscan la justicia y el mejoramiento de esa inmensa masa de mexicanos indígenas y mestizos que conforman al pueblo. En cambio, buscan favorecer a estas elites de poder, legalizar y esconder sus atropellos e injusticias, así como regular sus “negocios” y legalizar sus servicios al capital financiero supra nacional.
La política es el medio por el cual estas elites de poder, engañan al pueblo haciéndole creer que existe una democracia, es decir, un gobierno del pueblo y para el pueblo, y no como en realidad es, un gobierno de ambiciosos y deshonestos políticos de todos los colores, que por tener el poder y saquear las arcas del Estado, están dispuestos a ser peones sumisos de los verdaderamente poderosos, pues los políticos son temporalmente poderosos... cuando más, seis años y sus patrones, son poderosos por generaciones.
El verdadero cambio de nuestro pueblo vendrá a través de la descolonización y ésta solo se puede dar a través de la educación. La historia nos lo ha demostrado desde 1521 que no son las armas, ni las proclamas, ni las reformas a las leyes, ni los modelos económicos lo que podrá cambiar nuestro triste destino colonial, pues en estos 5 siglos nos la hemos pasado en luchas intestinas y se ha estado cambiando todo para seguir igual. Se requiere descolonizar primero nuestras conciencias y después la educación. El sistema educativo es el único instrumento posible para un cambio. Por eso los poderosos de todo el mundo, a través de sus peones los políticos y sus aparatos partidistas, tienen en el abandono total a la educación en casi todos los países del mundo, pues el día que los maestros se descolonicen y los pueblos se eduquen verdaderamente, se acabará la colonización y con ella su extraordinaria riqueza indebida.