Cuando tenía 30 años la enseñanza de don Juan despertaba mi imaginación y me hacía soñar con una vida plena y legítima. Hoy, más de 30 años después, me sorprende todo lo que se me había escapado.
Lo primero que surge es la profundidad y vastedad del conocimiento que revela. Lo segundo es su coherencia. Hay en ella tal cantidad de datos, las premisas están tan bien explicadas que el mapa queda a la vista.
Descubro ahora, tal vez como antes, claves escondidas de gran significación. Pero la diferencia es que las veo con mayor claridad. ¿Cuáles son esas claves, qué es lo que me conmueve? Emprendo la redacción de este texto para auto clarificarme.
La saga de Carlos Castaneda
Compuesta por 13 libros publicados entre 1968 y 2000, la saga expone con todo rigor el proceso de aprendizaje del autor, de la enseñanza que le transmitió su maestro, mencionado en los libros con el nombre de Juan Matus. Quedan desplegadas en ella con creciente claridad las bases cognitivas y pragmáticas de un conocimiento ancestral que se remonta a miles de años.
Leída con atención revela una explicación completa sobre la naturaleza última de la realidad cósmica, la vida y los seres humanos de acuerdo a los parámetros de esa enseñanza. Así como también acerca del potencial humano de desarrollo hasta cimas insospechadas y misteriosas, pero absolutamente coherentes dentro de sus premisas. Por otro lado pone a disposición de quien lo quiera aprovechar un amplio espectro de datos históricos, científicos y epistemológicos inaccesibles por otros medios.
La honestidad del autor para expresar su vivencia del proceso en el que estuvo involucrado merece una mención destacada. Es evidente que la tarea que realizó sobrepasa con creces las dificultades comunes de una obra literaria o meramente autobiográfica. Ya que consigue, además, transmitir con fidelidad una enseñanza desconocida y, en principio, tan extraña para él como para nosotros.
La claridad expositiva aumenta en los libros de la mano de la madurez del autor a medida que se transforma en un representante genuino de la tradición cognoscitiva que finalmente abraza. Como le dijo don Juan, el acto de escribir habría de ser para él ?una tarea de brujería?.
?Para escribir los libros tendrás que usar la brujería. Primeramente tendrás que hacer una imagen mental de tus vaivenes en la brujería como si estuvieras reviviéndolos. Después tendrás que ensoñarlos, verlos en tus sueños. Y luego tendrás que ensoñar el texto del libro que quieres escribir, tendrás que verlo en tus sueños. Para ti el escribir un libro no puede ser un ejercicio literario sino más bien un ejercicio de brujería.? (CS, 1988)
El hecho de que esta obra aparezca en el momento en que lo hizo no puede pasarnos desapercibido. Esta enseñanza, celosamente escondida, abre sus secretos al público luego de una escrupulosa reserva. ¿Cuáles son los motivos de este imprevisto develamiento? ¿Por qué darse a conocer a una humanidad absorbida por el materialismo, el egoísmo y la violencia?
Hablando en general, podemos preguntarnos cuáles fueron los efectos de la enseñanza de don Juan en el mundo globalizado, luego de 50 años de su aparición. Hasta donde los puedo notar, me atrevo a señalar los siguientes:
? Éxito editorial: 30 millones de ejemplares vendidos en 17 idiomas.
? Respaldo para la psicodelia: hippies en los 60?, estados alterados, etc.
? Inspiración para filmes y canciones: Star wars, The Matrix, Hotel California, otros.
? Crítica académica: plagio, ficción.
? Banalización en las redes sociales: regreso a la naturaleza, sé tú mismo, expande tu consciencia, etc.
? Impostura: falsos nahuales, charlatanería.
? Transmisión de la Tensegridad.
? Experimentación individual o en grupos.
? Algunas reflexiones serias.
Desde mi limitada perspectiva, la saga de Carlos Castaneda no es comprendida todavía en su justa dimensión. La enseñanza de don Juan no produjo todavía el efecto que le correspondería ni se han extraído de ellas todas sus implicancias. Pues a pesar de su difusión, la enseñanza de don Juan todavía espera que se extraiga su valor como fuente de sentido y de conocimiento para este momento de transición y de crisis. Tal vez por eso se nos reveló, porque la consumación de un ciclo cósmico requiere que todos los secretos salgan a la luz.
Si nos abrimos francamente a ella, si la tomamos como una posibilidad verosímil aunque sea por un momento, genera en nosotros un íntimo cuestionamiento. ¿Por qué doy por sentada mi percepción habitual? ¿Serán las cosas así como las pienso? ¿Habrá otras posibilidades que desconozco? ¿Cuáles son mis valores y mis aspiraciones? ¿Será posible vivir una vida más digna y más plena? ¿Estaremos todos realmente equivocados?
La tradición tolteca
Los métodos corrientes de investigación arrojan en general un pobre resultado para la comprensión de nuestro pasado. El origen y desarrollo de la civilización del Anáhuac en particular muestra signos de una insidiosa falsificación. Desfigurada desde el principio por los conquistadores españoles para justificar sus abusos, ya que apenas la contactaron la destruyeron manifestando la codicia inherente al capitalismo en gestación, hasta las elucubraciones académicas más enjundiosas, que practicaron muy poco el enunciado socrático de reconocer la propia ignorancia, casi todo lo que se ha dicho sobre ella es ficción.
Según lo enuncia don Juan el término tolteca no designa en su mundo a una cultura específica ni a una etnia particular, sino el grado de desarrollo más elevado concebible para un ser humano. De allí se derivan todos los demás significados: maestros del arte, hombres equilibrados, videntes, guardianes de la tradición y otros. Se desprende de la saga que un tolteca cabal es aquel que cumple con los requisitos del camino del guerrero y que busca la libertad total: la fusión intencional de su propia energía, conservando la consciencia individual, con la infinita energía y consciencia universales.
El testimonio de don Juan remonta los inicios de esta tradición a diez mil años atrás, cuando los hombres que poblaban este continente estaban seriamente involucrados en la elucidación de los misterios del Cosmos y de la percepción; temas que, según él, el hombre moderno ni siquiera ha comenzado a intuir.
A lo largo de milenios estos hombres y mujeres de conocimiento investigaron, descubrieron y sistematizaron un profundo, amplio y complejo compendio de saberes referidos a todas las facetas de la vida y las ramas de la cognición. Este bagaje, transmitido durante generaciones, es el núcleo de lo que se conoce como ?toltequidad?: el legado de los sabios toltecas, la llama viva y nutricia de la civilización del Anáhuac que perdura hasta hoy.
Su primera señal reconocible es la invención del maíz a partir de una planta nativa hace ocho mil años. Este tema está bien documentado. Sobre esta base los pueblos nómades, cazadores y recolectores, pudieron asegurar su sustento y sedentarizarse. ¿Por qué se ocuparon de esto, cuál era su meta?
Si aceptamos que las incontables construcciones piramidales distribuidas por un enorme territorio, así como el resto de las construcciones asociadas a ellas (patios, plazas, escalinatas, recintos) no eran sino observatorios astronómicos de gran sofisticación, podremos tal vez aproximarnos a una nueva visión esclarecedora.
Y si agregamos que cumplían también una función iniciática sagrada vinculada al manejo del cuerpo energético, nos aproximamos más. Surge entonces en todo su esplendor la evidencia de una corriente civilizatoria dedicada durante milenios a explorar el potencial trascendente de los seres humanos.
Solo un pueblo sedentario y bien establecido -con su alimentación, salud, educación y organización resueltas- podía sostener el desarrollo de una ciencia tal que permitiera los resultados que hoy comenzamos a verificar. Investigadores muy preparados pero con escaso apoyo oficial comienzan a revelar el rompecabezas escondido tras las apariencias de los testimonios civilizatorios del Anáhuac.
Los toltecas poseían una clara consciencia planetaria y galáctica, habían llegado a establecer un multicalendario preciso basado en un conocimiento riguroso de la dinámica celeste, podían anticipar acontecimientos climáticos y sociales debido a sus cálculos, eran expertos matemáticos, ingenieros, médicos y artistas. ¿Y qué decir del manejo de la energía y los fenómenos que eran capaces de producir y controlar? ¿No es este su logro más destacado? ¿No es la enseñanza de don Juan una confirmación de su presencia?
Cualquiera que se tome el trabajo podrá corroborarlo. Existen estudios serios e innovadores que pueden ser consultados con provecho si se los considera con una mente amplia.
Los tres ámbitos del conocimiento
Como testimonio de esta manera de percibir el mundo y la vida seleccionamos a continuación extractos de los diálogos de don Juan con Castaneda y de sus explicaciones. Salvo que haya una referencia distinta, los textos que siguen fueron tomados del noveno libro de la saga, ?El arte de ensoñar? (AE 1994).
Según Don Juan la totalidad de lo existente se divide para los seres humanos en tres ámbitos bien diferenciados: lo conocido, lo desconocido y lo que no se puede conocer. Lo conocido está compuesto por el mundo familiar de todos los días, al cual perciben y con el que pueden interactuar. Lo desconocido corresponde a un sector de la realidad al que pueden acceder a través de un entrenamiento adecuado e incorporar a su experiencia, ampliando el mundo de lo conocido. Por último lo que no se puede conocer, lo incognoscible, la porción infinitamente más grande de todo-lo-que-existe, sólo puede ser vislumbrada en condiciones especiales y forma parte del límite del ser humano, inherente a su condición, un ámbito que le está vedado. (FI 1984)
LO QUE NO SE PUEDE CONOCER
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LO DESCONOCIDO
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LO CONOCIDO
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Para el linaje de conocimiento al que pertenece Don Juan, los nuevos videntes de la tradición tolteca, la meta de un ?hombre de conocimiento? es ampliar el límite de lo conocido hasta llegar al infranqueable umbral de lo incognoscible. Según lo transmite Castaneda, Don Juan se expresaba así:
"Fueron los nuevos videntes quiénes definieron lo desconocido como algo que está oculto, envuelto quizás en un contexto aterrador, pero aun así al alcance del hombre. En cierto momento, lo desconocido se convierte en lo conocido. Lo que no se puede conocer, por otra parte, es lo indescriptible, lo impensable, lo irrealizable. Es algo que jamás comprenderemos y que sin embargo está ahí, deslumbrante y a la vez aterrador en su inmensidad." (FI 1984:51)
El mundo es energía
-Percibir un mundo de objetos sólidos, que tuvieran un valor ya sea positivo o negativo, debe de haber sido absolutamente indispensable para la supervivencia de nuestros antepasados -dijo don Juan-. Después de milenios de percibir de esta manera, sus herederos, nosotros, estamos hoy día forzados a creer que el mundo está compuesto de objetos.
-No puedo concebir el mundo de ninguna otra manera, don Juan -me quejé-. Es, sin lugar a dudas, un mundo de objetos. Para probarlo, todo lo que tenemos que hacer es estrellarnos contra ellos.
-Por supuesto que es un mundo de objetos; no estamos discutiendo eso.
-¿Qué es lo que estamos discutiendo entonces?
-Lo que estoy discutiendo es que, primero, este es un mundo de energía, y después, un mundo de objetos. Si no empezamos con la premisa de que es un mundo de energía nunca seremos capaces de percibir energía directamente. Siempre nos detendrá la certeza física de lo que tú acabas de señalar: la solidez de los objetos.
-Nuestra manera de percibir ?continuó- es la manera en que un predador percibe. Una manera muy eficiente de evaluar y clasificar la comida y el peligro. Pero esa no es la única manera en que somos capaces de percibir. Hay otro modo; el que te estoy enseñando: el acto de percibir la energía misma, directamente. Percibir la esencia de todo nos hace comprender, clasificar y describir al mundo en términos completamente nuevos; en términos mucho más incitantes y sofisticados.
De acuerdo a don Juan, los brujos de la antigüedad, los primeros en ver la energía directamente, la describieron de la mejor manera posible. Dijeron que se asemeja a hilos incandescentes que se extienden en el infinito en todas las direcciones concebibles; filamentos luminosos que están conscientes de sí mismos, en formas imposibles de comprender.
?Lo único que puedo decirte es que los filamentos están conscientes de sí mismos, vivos y vibrantes, que hay tantos que los números pierden todo sentido, y que cada uno es una eternidad.? (FI 1984:66)
El huevo luminoso
De ver la esencia del universo los brujos de la antigüedad pasaron a ver la esencia de los seres humanos. La describieron como una configuración blanquecina y brillante, parecida a un huevo gigantesco. Y por ello llamaron a esa configuración el huevo luminoso.
-Cuando los brujos ven seres humanos -dijo don Juan-, ellos ven una gigantesca forma luminosa que flota y que, al moverse, va haciendo un profundo surco en la energía de la tierra; como si tuviera una profunda raíz que va arrastrándola.
En el curso de sus enseñanzas don Juan discutió y explicó repetidamente lo que él consideraba el hallazgo decisivo de los brujos de la antigüedad. Lo describió como la característica crucial de los seres humanos como globos luminosos: un punto redondo de intensa luminosidad, del tamaño de una pelota de tenis, alojado permanentemente dentro del globo luminoso, al ras de su superficie, aproximadamente sesenta centímetros detrás de la cresta del omóplato derecho. Ya que yo tenía mucha dificultad en visualizar esto, don Juan me explicó que la bola luminosa es mucho más grande que el cuerpo humano; que el punto de intensa brillantez es parte de esta bola de energía; y que está colocado en un lugar a la altura del omóplato derecho, a un brazo de distancia de la espalda de una persona. Dijo que después de ver lo que este punto hace, los brujos antiguos lo llamaron el punto de encaje.
-¿Qué es lo que hace el punto de encaje? -le pregunté.
-Nos hace percibir -contestó-. Los brujos de la antigüedad vieron que en los seres humanos ese es el punto donde tiene lugar la percepción. Viendo que todos los seres vivientes tienen tal punto de brillantez, los brujos de la antigüedad llegaron a la conclusión de que la percepción en general ocurre en ese punto.
-¿Qué fue lo que los brujos de la antigüedad vieron para llegar a la conclusión de que la percepción ocurre en el punto de encaje? -pregunté.
Respondió que, primero, vieron que de los millones de filamentos de energía del universo que pasan a través de la bola luminosa, sólo un pequeño número de éstos pasa directamente por el punto de encaje, como es de esperarse, ya que es pequeño en comparación con la totalidad de la bola. Después vieron que un resplandor esférico, ligeramente más grande que el punto de encaje, lo rodea siempre, y que este resplandor intensifica enormemente la luminosidad de los filamentos que pasan a través del punto de encaje. Y finalmente vieron dos cosas; la primera, que el punto de encaje de los seres humanos se puede desalojar del lugar donde usualmente se localiza. Y la segunda, que cuando el punto de encaje está en su posición habitual, a juzgar por el comportamiento normal de los sujetos observados, la percepción y la conciencia de ser son usuales. Pero cuando el punto de encaje y la esfera de resplandor que lo rodea están en una posición diferente a la habitual, el insólito comportamiento de los sujetos observados es prueba de que su conciencia de ser es diferente y de que están percibiendo de una manera que no les es familiar. La conclusión que los brujos de la antigüedad sacaron de todo esto fue que cuanto mayor es el desplazamiento del punto de encaje más insólito es el consecuente comportamiento y la consiguiente percepción del mundo y la conciencia de ser.
La percepción ordinaria
Don Juan pasó a explicar en mayor detalle la fijación del punto de encaje. Dijo que al ver el punto de encaje de los niños, oscilando constantemente y cambiando fácilmente de lugar como movido por un temblor, los brujos antiguos llegaron a la conclusión de que su posición habitual no es innata sino creada por los hábitos. Viendo también que es solamente en los adultos que éste se fija en un lugar definido, supusieron que la ubicación específica del punto de encaje promueve una manera específica de percibir. A consecuencia del uso esta manera específica de percibir se convierte en un sistema para la interpretación de datos sensoriales. Don Juan señaló que para existir, dicho sistema, precisa de una leva general; todos nosotros los seres humanos, al nacer, somos reclutados en ella. Y nos pasamos una vida entera ajustando imperiosamente nuestra percepción para que concuerde con las demandas de este sistema. Por ello los brujos antiguos tenían razón al sostener que el acto de revocarlo y percibir energía directamente es lo que transforma a una persona en brujo.
Don Juan expresó su admiración, una y otra vez, a lo que llamó el mayor logro de nuestra socialización básica como seres humanos: inmovilizar nuestro punto de encaje en su posición habitual. Explicó que una vez que su posición se fija, nuestra percepción puede ser entrenada y dirigida para interpretar lo que percibimos. Nuestro proceso de socialización empieza entonces a guiarnos a percibir más en términos de nuestro sistema que en términos de nuestros sentidos. Don Juan aseguraba que la percepción humana es universalmente homogénea debido a que el punto de encaje de toda la raza humana está fijo en el mismo sitio. Dijo que los brujos prueban todo esto al comprobar que lo que se percibe no tiene sentido alguno cuando el punto de encaje se ha desplazado fuera de cierto nivel y nuevos filamentos energéticos universales empiezan a ser percibidos. La razón de ello es que los nuevos filamentos traen nuevos datos sensoriales, que no son parte de dicho sistema.
Como resultado de todos esos años en el mundo de los brujos había aprendido, sin lugar a dudas, que lo único que existe en el universo es energía; lo maligno es, simplemente, una configuración de la mente humana abrumada por la fijación del punto de encaje en su posición habitual.
Moldear nuestras vidas
Los brujos obtienen la energía que necesitan organizando de una manera ingeniosa la energía natural que poseen y que usan para percibir el mundo cotidiano. Cuando insistí que explicara más claramente todo esto, añadió que todos tenemos una cantidad determinada de energía básica. Esa cantidad es nuestro total acervo energético y lo usamos todo para percibir y tratar con nuestro absorbente mundo. Repitió varias veces que no hay más energía disponible para nosotros en ningún sitio y, como la energía de la cual disponemos está ya siendo usada en su totalidad, no nos queda ni un ápice para percepciones extraordinarias.
-¿Y qué es lo que nos queda por hacer, don Juan? -le pregunté.
-Nos queda la tarea de rebuscar energía por donde se pueda -contestó.
Don Juan explicó que para rebuscar energía los brujos reorganizan ingeniosamente la distribución de su energía básica, descartando cualquier cosa que consideren superflua en sus vidas. Llaman a este método ?el camino de los brujos? o ?el camino del guerrero?. Como don Juan lo expuso, el camino del guerrero es esencialmente una cadena de conducta alternativa que se puede usar para tratar con el mundo diario; una conducta mucho más directa y eficiente que la conducta usual. Don Juan aseveraba que era más eficiente porque estaba expresamente diseñada para renovar nuestra energía, alterando nuestras reacciones básicas al hecho de estar vivos.
-¿Cuáles son esas reacciones básicas? -le pregunté.
-Hay dos maneras de encarar el hecho de estar vivos -dijo-. Una es rindiéndose a él, ya sea resignándose a sus demandas o peleando contra ellas. La otra es moldeando lo particular de nuestra situación vital a fin de hacerla encajar en nuestras propias configuraciones.
-¿Podemos realmente moldear lo particular de nuestra situación vital, don Juan?
-Cada uno de nosotros puede moldearla a la medida de nuestras especificaciones -insistió don Juan-.
Dijo que su interés, como maestro, era involucrarme completamente en el tema de la vida y el tema de estar vivo; es decir, la vida como consecuencia de fuerzas biológicas y el acto de estar vivo como una cuestión de cognición.
-Cuando los brujos hablan de moldear lo particular de la situación vital de uno -explicó don Juan-, quieren decir moldear la conciencia de estar vivo. Al moldear esta conciencia, podemos obtener suficiente energía para llegar al cuerpo energético y sostenerlo. Con el cuerpo energético, sin lugar a dudas, podemos moldear la dirección y consecuencias totales de nuestras vidas.
La consciencia
Entre la cantidad de conceptos que don Juan me había presentado durante el curso de sus enseñanzas, hubo algunos que no necesitaron ser repetidos para atraer por completo mi interés. Este fue uno de ellos.
-La idea de que la conciencia es un elemento físico es revolucionaria -dije azorado.
-No dije que era un elemento físico -me corrigió-. Es un elemento energético. Tienes que hacer esa distinción. Para los brujos que ven, la conciencia es un resplandor. Pueden enganchar su cuerpo energético a ese resplandor e irse con él.
-¿Cuál es la diferencia entre un elemento físico y uno energético? -pregunté.
-La diferencia es que los elementos físicos son parte de nuestro sistema de interpretación, pero los elementos energéticos no lo son. En nuestro mundo existen elementos energéticos como la conciencia, pero nosotros, como gente común y corriente, percibimos únicamente los elementos físicos, porque así nos enseñaron a hacerlo. Los brujos perciben los elementos energéticos por la misma razón: porque les enseñaron a hacerlo. Don Juan explicó que el uso de la conciencia como un elemento energético de nuestro ambiente es la esencia de la brujería. Dijo que la trayectoria de los brujos era, primero, liberar la energía existente en nosotros por medio de la recapitulación y la disciplina del camino del guerrero; segundo, usar esa energía para desarrollar el cuerpo energético por medio del ensueño; y tercero, usar la conciencia como un elemento del medio ambiente para poder entrar en otros mundos, no sólo con el cuerpo energético, sino también con el cuerpo físico.
-La conciencia es un área infinita de exploración para los brujos y para el hombre en general. No hay riesgo que no debamos correr, ni medios que debamos rehusar para incrementar la conciencia. Ten en mente, sin embargo, que la conciencia se puede incrementar únicamente con cordura.
La importancia personal
Don Juan insistía en que el camino del guerrero es el mejor recurso que existe para engrasar las ruedas de esa reorganización de energía, y que de todas las premisas del camino del guerrero, la más efectiva es ?perder la importancia personal?. Estaba totalmente convencido de que perder la importancia personal es indispensable para todo lo que hacen los brujos; y por esta razón puso una enorme presión en guiar a sus estudiantes a cumplir con este requisito. Su opinión era que la importancia personal no es sólo el enemigo acérrimo de los brujos sino también de la humanidad entera.
Don Juan argüía que empleamos la mayor parte de nuestra fuerza en mantener nuestra importancia, y que nuestro desgaste más pernicioso es la compulsiva presentación y defensa del yo; la preocupación acerca de ser o no admirados, queridos o aceptados. Él sostenía que si fuera posible perder algo de esa importancia, dos cosas extraordinarias nos ocurrirían. Una, liberaríamos nuestra energía de tener que fomentar y sustentar la ilusoria idea de nuestra grandeza; y dos, nos proveeríamos de suficiente energía para entrar en la segunda atención y vislumbrar la verídica grandeza del universo.
El ensueño
Otro descubrimiento monumental que hicieron los brujos antiguos, que don Juan me explicó cuidadosamente, fue el darse cuenta de que el punto de encaje se desplaza muy fácilmente durante el sueño. Esta realización dio lugar a otra: que los sueños están totalmente asociados con ese desplazamiento. Los brujos antiguos vieron que cuanto mayor era el desplazamiento, más inusitado era el sueño, o viceversa: cuanto más inusitado era el sueño, mayor era el desplazamiento. Don Juan dijo que esta observación los llevó a idear técnicas extravagantes para forzar el desplazamiento del punto de encaje, tales como la ingestión de plantas alucinógenas; o el someterse a estados de hambre, fatiga, tensión; o el control de los sueños. De esta manera, y quizá sin siquiera saberlo, crearon el arte del ensueño.
-Los brujos consideran el ensoñar como un arte extremadamente sofisticado -dijo-. Lo llaman también el arte de desplazar el punto de encaje de su posición habitual, a voluntad, a fin de expandir y acrecentar la gama de lo que se puede percibir. Dijo que los brujos antiguos construyeron el arte del ensueño basándolo en cinco condiciones que vieron en el flujo energético de los seres humanos. Uno, vieron que sólo los filamentos energéticos que pasan directamente a través del punto de encaje pueden ser transformados en percepción coherente. Dos, vieron que si el punto de encaje se desplaza a cualquier otra posición, sin importar cuán grande o diminuto sea el desplazamiento, otros filamentos energéticos que no son habituales comienzan a pasar a través de éste. Ello hace entrar en juego al fulgor de la conciencia, lo cual fuerza a estos filamentos energéticos a transformarse en percepción coherente y estable. Tres, vieron que en el transcurso de sueños normales, el punto de encaje se desplaza fácilmente y por si solo a otras posiciones en la superficie o en el interior del huevo luminoso. Cuatro, vieron que por medio de la disciplina es posible cultivar y ejecutar, en el transcurso de los sueños normales, un sistemático desplazamiento del punto de encaje. Y cinco, vieron que se puede hacer que el punto de encaje se desplace a posiciones fuera del huevo luminoso y entre al reino de los filamentos energéticos del universo fuera de lo humano.
El acecho
-El arte del acecho -continuó-, tiene que ver con la fijación del punto de encaje. A través de la práctica los brujos antiguos descubrieron que así como es importante desplazar el punto de encaje, es aún de mayor importancia hacer que se quede fijo en su nueva posición, cualquiera que ésta fuere.
Explicó que si el punto de encaje no se logra estabilizar, no hay forma posible de que podamos percibir coherentemente. Lo que entonces percibiríamos sería un caleidoscopio de imágenes disociadas. Dijo que esta fue la razón por la cual los brujos antiguos pusieron tanto énfasis en el ensueño como en el acecho, y que un arte no puede existir sin el otro, especialmente en la clase de actividades en las cuales los brujos antiguos estaban envueltos.
-¿Cuáles eran esas actividades, don Juan? -pregunté.
Don Juan dijo que eran actividades complejísimas derivadas de los desplazamientos del punto de encaje. Los brujos antiguos al aprender a desplazar sus puntos de encaje a miles de posiciones en la superficie, o adentro de sus masas energéticas, también aprendieron a fijar su punto de encaje en esas posiciones, para así retener su cohesión indefinidamente.
-Los brujos antiguos llamaban a eso las marañas de la segunda atención, o la gran aventura de lo desconocido -añadió.
-¿Cuál era el beneficio de todo esto, don Juan?
-No podemos hablar de beneficios. Aquí podemos hablar únicamente de resultados finales. Dijo que la cohesión de los brujos antiguos era tal que les permitió llegar a ser, perceptual y físicamente, todo lo que sus puntos de encaje dictaban. Podían transformarse en cualquier cosa dentro del inventario específico que cada uno de ellos poseía. Don Juan llamaba un inventario a todos los detalles perceptibles necesarios para convertirse, por ejemplo, en jaguares, pájaros, insectos, etcétera.
-Para mí es muy difícil creer que esa transformación pueda ser posible -le dije.
-Es posible -aseguró-. No tanto para ti o para mí, pero si para ellos. Para ellos eso no era nada. Dijo que los brujos antiguos tenían tan espléndida fluidez que todo lo que necesitaban era un ligero desplazamiento de su punto de encaje, una mínima señal en su ensueño para instantáneamente acechar su percepción; es decir, para arreglar su cohesión y hacerla encajar en su nuevo estado de conciencia, sea ésta la de un animal, otra persona, un pájaro o lo que fuera.
El intento
-¿Cómo puede darse uno cuenta de estar quedándose dormido? ¿Cuáles son los pasos que hay que seguir?
-No hay pasos que seguir. Uno solamente intenta estar consciente del acto de quedarse dormido.
-¿Pero cómo puede uno intentar eso?
-El intento o el acto de intentar es algo muy difícil de explicar. Yo, o cualquier otro brujo, pareceríamos un par de idiotas si tratáramos de explicarlo. Ten esto en cuenta cuando oigas lo que te voy a decir a continuación: los brujos intentan cualquier cosa que se proponen intentar, simplemente intentándolo.
-Eso no me dice nada, don Juan.
-Pon mucha atención. Algún día te tocará a ti explicarlo. Lo que te dije parece una idiotez, porque no lo has puesto en el contexto apropiado. Como cualquier otro hombre racional, tú crees que entender es exclusivamente el dominio de nuestra razón, de nuestra mente. Lo que te dije está en el campo del intento y del acto de intentar. Para los brujos comprender eso pertenece al campo de la energía. Ellos creen que si esa explicación fuera oída por el cuerpo energético, éste la entendería en términos enteramente diferentes a los de la mente. El truco está en llegar al cuerpo energético. Para eso uno necesita muchísima energía.
- Los brujos desplazan su punto de encaje a través del intento -dijo-, y lo fijan igualmente a través del intento. Y no hay ninguna técnica para intentar. Uno aprende a intentar usando el intento. Intentar es el secreto, pero tú ya sabes eso.
-En el caso particular de la primera compuerta del ensueño -dijo-, la meta es intentar que tu cuerpo energético se dé cuenta de que te estás quedando dormido. No trates de forzarte para darte cuenta de que te estás durmiendo. Deja que tu cuerpo energético lo haga. Intentar es desear sin desear, hacer sin hacer.
-Acepta el reto de intentar -prosiguió-. Pon una determinación que no admita palabras o aun pensamientos. Intentar es muy simple, y al mismo tiempo, infinitamente complejo. Requiere imaginación, disciplina y propósito.
El cuerpo energético
-¿Qué es exactamente el cuerpo energético?
-Es la contraparte del cuerpo físico; una configuración fantasmal hecha de pura energía.
-¿Pero no está también el cuerpo físico hecho de pura energía?
-Claro que lo está. La diferencia es que el cuerpo energético tiene únicamente apariencia, pero no masa. Ya que es pura energía, puede llevar a cabo actos que van más allá de las posibilidades del cuerpo físico.
-¿Cómo qué por ejemplo, don Juan?
-Como transportarse en un instante a los confines del universo. Ensoñar es el arte de templar el cuerpo energético, de hacerlo coherente y flexible, ejercitándolo gradualmente. Por medio del ensueño, condensamos el cuerpo energético hasta llegar a hacerlo una unidad capaz de percibir. A pesar de que la manera normal de percibir el mundo afecta al cuerpo energético, su modo de percibir es independiente. Tiene su propia esfera.
-¿Cuál es esa esfera, don Juan?
-Esa esfera es energía. El cuerpo energético trata con la energía en términos de energía. Hay tres formas en las que trata. Puede percibir energía a medida que ésta fluye; puede usarla como un cohete para propulsarse dentro de áreas insondables; o puede percibir como percibimos normalmente el mundo.
-¿Qué quiere decir percibir energía a medida que fluye?
-Quiere decir ver. Quiero decir que el cuerpo energético ve energía directamente como una luz, o como una especie de corriente vibratoria, o como un disturbio borroso. O la siente directamente como una sacudida o una sensación que hasta puede ser dolorosa.
-¿Y qué pasa con la otra forma de la que usted habló, don Juan? Aquella donde el cuerpo energético usa a la energía como un impulso.
-Puesto que su esfera es la energía, el cuerpo energético no tiene ningún problema en usar corrientes de energía que existen en el universo para propulsarse a sí mismo. Todo lo que tiene que hacer es aislarlas y, al instante, se lo llevan.
Don Juan estaba en lo correcto cuando decía que al inducir un desplazamiento sistemático del punto de encaje, ensoñar libera la percepción, agrandando el campo de lo que puede ser percibido. Para los brujos de su grupo, el ensueño no solamente les había abierto las puertas a otros mundos perceptibles, sino que también los preparó para entrar completamente conscientes de si en esos reinos. Para ellos, el ensueño se había convertido en algo inefable, sin precedentes: algo cuya naturaleza y alcance sólo podían ser aludidos, como refirió don Juan cuando dijo que el ensoñar es la puerta a la luz y a la oscuridad del universo.
-Hay un modo de entender todo esto ?dijo-. Yo lo llamo el romance con el conocimiento. Es el impulso que los brujos utilizan para saber, para descubrir y para quedarse boquiabiertos de asombro y admiración con lo que descubren.
La recapitulación
-Todavía no estás listo para una verdadera fusión entre tu realidad de ensueño y tu realidad cotidiana -concluyó-. Tienes que seguir recapitulando tu vida.
-Pero ya hice la recapitulación con toda la potencia posible -protesté-. He recapitulado por años. No existe nada más que pueda recordar sobre mi vida.
-La recapitulación de nuestras vidas no se acaba nunca, no importa qué tan bien la hagamos -dijo don Juan-. La razón por la que la gente común y corriente carece de control y dirección en sus sueños, es porque nunca han recapitulado, y sus vidas están llenas hasta el tope de emociones densas y pesadas, de memorias, esperanzas y miedos.
-Por otro lado, gracias a su recapitulación, los brujos están relativamente libres de pesadas ataduras emocionales. Y si algo los detiene, como te ha detenido a ti en este momento, se supone que todavía hay algo en ellos no totalmente claro.
-Recapitular es demasiado intrincado, don Juan. Quizá haya otra cosa que pueda hacer en su lugar.
-No, no hay nada más. Recapitular y ensoñar van de la mano. A medida que nos deshacemos de la pesadez de nuestras vidas, nos volvemos más y más vaporosos.
Don Juan me había dado instrucciones sumamente detalladas y explícitas acerca de la recapitulación. Consistía en revivir la totalidad de nuestras experiencias en la vida, haciendo un recuento minucioso de todo detalle posible. Él consideraba la recapitulación como el factor esencial para la redefinición y la redistribución de la energía necesaria para ensoñar.
-La recapitulación libera energía aprisionada dentro de nosotros, y no es posible ensoñar sin esa energía -fue su afirmación.
Muchos años antes, don Juan me ayudó a recopilar una lista de todas las personas que yo había conocido en mi vida, empezando por el presente. Ordenó mi lista de una forma coherente, dividiéndola en áreas de actividad, como lugares donde trabajé, sitios donde viví, escuelas a las que asistí. Luego me guio, ordenadamente y sin ninguna desviación, a revivir cada una de mis interacciones con las personas de mi lista, desde la primera hasta la última. Explicó que la recapitulación comienza cuando la mente arregla todo lo pertinente a lo que se está recapitulando. Arreglar quiere decir reconstruir el acontecimiento, pieza por pieza, empezando por los detalles físicos del medio ambiente, pasando luego a la persona con quien se compartió lo ocurrido y, después, a uno mismo; al examen de todo lo que uno sintió. Don Juan me enseñó a acompañar la recapitulación con una respiración natural y rítmica. Me guio a exhalar prolongadamente, al mover la cabeza de manera lenta de derecha a izquierda; y a inhalar profundamente, al volver a mover la cabeza de izquierda a derecha. Él llamaba a esto ?airear lo ocurrido?. La mente examina el acontecimiento de principio a fin, mientras que el cuerpo continúa aireando todo aquello en lo que la mente se enfoca. Don Juan dijo que los brujos de la antigüedad, inventores de la recapitulación, consideraban la respiración como un vehículo mágico; la exhalación para expulsar la energía ajena que se quedó en uno durante el acontecimiento que se está recapitulando, y la inhalación, para traer de regreso la energía que uno dejó en dicho acontecimiento.
Debido a mi entrenamiento académico, consideré la recapitulación como un proceso de analizar la vida de uno. Pero don Juan insistió en que era un asunto mucho más complejo que un psicoanálisis intelectual. Postuló que la recapitulación era una táctica de brujos para inducir un diminuto pero consistente desplazamiento del punto de encaje. Dijo que bajo el impacto de revisar las acciones y sentimientos pasados, el punto de encaje se mueve entre su sitio presente y el sitio que ocupaba cuando el evento recapitulado tuvo lugar. Don Juan aseveró que la base fundamental de la recapitulación es la convicción que tienen los brujos de que existe en el universo una inconcebible fuerza disolvente, la cual da vida a los organismos prestándoles conciencia. Esa misma fuerza también hace que mueran, para poder disolverlos y extraerles la conciencia que les prestó, la cual ha sido acrecentada a través de las experiencias de la vida. Don Juan explicó que teniendo en cuenta que esta fuerza anda detrás de tales experiencias, algo de suprema importancia es que se le pueda satisfacer con un facsímil de ellas: la recapitulación. Al obtener lo que busca, la fuerza disolvente deja a los brujos libres para que expandan su capacidad de percibir y alcancen con ella los confines del espacio y del tiempo.
El hombre moderno
Primero señaló la enorme diferencia entre los pensamientos y las acciones de los hombres de la antigüedad y los pensamientos y las acciones del hombre moderno. Dijo que los hombres de la antigüedad tenían una visión muy realista de la percepción y de la conciencia, ya que esta visión provenía de su observación del universo que los rodeaba. Al contrario, el hombre moderno tenía una visión absurdamente irreal de la percepción y de la conciencia, ya que su visión proviene de su observación del orden social y de sus tratos con éste.
?Explicó que el camino del guerrero es algo extremadamente peligroso porque representa el lado opuesto de la situación del hombre moderno, que ha abandonado el reino de lo desconocido y de los misterioso, y se ha instalado en el reino de lo funcional. Le ha dado la espalda al mundo de los presentimientos y el júbilo y le ha dado la bienvenida al mundo del aburrimiento.? (FI 1984:181)
En mis prácticas descubrí que la energía de nuestro mundo oscila, centellea. No solamente los seres vivientes sino todo en nuestro mundo centellea con una luz interior propia. Don Juan me explicó que la energía de nuestro mundo consiste en diferentes capas brillantes. La capa superior es blancuzca; y otra más profunda e inmediatamente adyacente a ésta es de color verde pálido, y otra, aún más honda es ámbar.
-¿Hay nada más que tres diferentes tonos? -le pregunté a don Juan.
-Hay un número interminable -contestó-, pero para establecer un orden inicial, tres es suficiente. La capa blancuzca es el tono de la posición presente del punto de encaje de la humanidad -continuó don Juan-. Digamos que es un tono moderno. Los brujos creen que todo lo que el hombre hace hoy en día está teñido con ese resplandor blancuzco. En otros tiempos, la posición del punto de encaje de la humanidad hacía que el tono de la energía que regía en el mundo fuera verde pálido; y en otro tiempo, más distante aún, hacía que fuera color ámbar. El color de la energía de los brujos es ámbar, lo que significa que están energéticamente asociados con los hombres que existieron en un pasado lejano.
?Los brujos habían descubierto que cualquier movimiento del punto de encaje significa alejarse de la excesiva preocupación con el yo individual: la característica del hombre moderno. Los brujos están convencidos de que la posición del punto de encaje es lo que hace del hombre moderno un egocéntrico homicida, un ser totalmente atrapado en su propia imagen.? (CS 1988:190)
El mensaje de don Juan
-¿Cree usted, don Juan, que el presente tono blancuzco cambiará algún día?
-Sí, si el hombre es capaz de evolucionar. La gran tarea de los brujos es implementar la idea de que para evolucionar el hombre debe primero liberar su conciencia de ser de sus ataduras con el orden social. Una vez que esté libre, el intento la dirigirá por un nuevo camino evolutivo.
-¿Cree usted que los brujos triunfarán en esa tarea?
-Ya han triunfado. Ellos mismos son la prueba. Convencer a otros del valor y la importancia de evolucionar es otro asunto.
-El Universo entero es energía -dijo don Juan-. Pero como no podemos percibir energía directamente, procesamos nuestra percepción para ajustarla a un molde. Este molde es la parte social de la percepción. Estoy convencido de que el hombre, para sobrevivir en esta época, tiene que cambiar la base social de su percepción. Todos nosotros estamos involucrados en un serio y feroz esfuerzo por percibir el mundo en términos de objetos. La base social de la percepción debería de ser entonces la certeza física de que todo lo que hay es energía. Deberíamos empeñarnos en un poderoso esfuerzo social a fin de guiarnos a percibir energía como energía.
?Dijo que el hombre necesita ahora, más que nunca, aprender nuevas ideas que se relacionen exclusivamente con su mundo interior; ideas de brujo, no ideas sociales, ideas relativas al hombre frente a lo desconocido y frente a su muerte personal. Ahora, más que nunca, necesita el hombre aprender acerca de la impecabilidad y los secretos del punto de encaje.? (CS 1988:301)
Fuentes citadas
Carlos Castaneda: 1984 El fuego interno. México: Edivisión.
1988 El conocimiento silencioso. Buenos Aires: Emecé.
1994 El arte de ensoñar. Buenos Aires: Emecé.