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LA TOLTECÁYOTL más allá de la razón occidental. Primera parte.

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<br>LA TOLTECÁYOTL
<br>más allá de la razón occidental.
<br>Primera parte.

?Toltecáyotl, término introducido al mundo académico por el antropólogo Miguel León Portilla y redactado en el Siglo XVI por el padre Molina en el primer diccionario de la lengua náhuatl, es traducido como: ?Arte para vivir?.
José Alberto López García.

I. Antecedentes
Desde 1519 hemos sido ?descubiertos, estudiados y explicados por el otro?. Aprendimos su lengua y olvidamos las nuestras, aprendimos su historia y quedamos amnésicos, aprendimos sus conocimientos y olvidamos los nuestros, aprendimos su religión y nos convertimos en fanáticos e idólatras de algo que no hemos cabalmente llegado a entender y del cual estamos excluidos física y espiritualmente. Aprendimos a crear el conocimiento con sus métodos y olvidamos los nuestros. Vivimos en un mundo que nos es ajeno.
En síntesis, hicimos nuestra, su visión y descripción del mundo y de la vida. Nos quedamos vacíos, sin raíz y sin sustento. Nos convertimos en un eco que se pierde en el tiempo, en sombras que discurren asustadas en un inmenso ?llano en llamas? desolado y empapado de tinieblas. Perdimos el ancestral ?rostro propio y el corazón verdadero?.
Hemos quedado prisioneros trescientos años en el calabozo de la colonización hispánica y los últimos doscientos, en la mazmorra del neocolonialismo criollo. Atrapados, maniatados y amordazados en ?el laberinto de la soledad?. Incapaces, impotentes, permanentemente vencidos, subdesarrollados, periféricos, subalternos.
En el conocimiento profundo y descolonizado del pasado está el futuro de la Matria. Una Matria justa, generosa y responsable con sus hijos. Requerimos recuperar nuestro ancestral camino, abrir nuestros propios horizontes, crear un futuro ?propio-nuestro?. Dejar de ser copias mal hechas y tardías. Requerimos volver a ser ?originales?, sin perder lo que hemos hecho nuestro del ?otro?.
Tenemos que dejar de percibir el mundo y entender la vida con las categorías del carcelero. El cambio verdadero, no es crear una nueva episteme, porque se estaría haciendo más de lo mismo para salir de la modernidad, el camino no es la transmodernidad, y mucho menos la posmodernidad. Porque en los tres casos: modernidad, posmodernidad y transmodernidad, se está construyendo una visión del mundo y dándole significado a través de las ideas. Las ideas pueden ser propias o ajenas. Las propias son las que hemos heredado por la misma experiencia humana endógena, es decir, la sabiduría que se encuentra en las tradiciones y costumbres de los pueblos. Y que se han creado como producto de las acciones y sentimientos para mantener la vida, pero por la colonización se han quedado en un confuso y sincrético folclor.

(En efecto, la ciencia social contemporánea no ha encontrado aún la forma de incorporar el conocimiento subalterno a los procesos de producción de conocimiento. Sin esto no puede haber descolonización alguna del conocimiento ni utopía social más allá del occidentalismo.) El giro decolonial. Reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel.


<br>LA TOLTECÁYOTL
<br>más allá de la razón occidental.
<br>Primera parte.




Las ideas ajenas, son producidas por un grupo de personas, corporaciones, linajes y tradiciones cerradas, estructuradas por élites de pensamiento. Pueden ser económicas, religiosas, políticas, académicas o bélicas, que en general, buscan el dominio y preponderancia sobre los demás. Gracias a la tecnología en los últimos decenios una idea, o un conjunto de ideas, repetidas incansablemente por todos los medios pueden, directa o indirectamente, crear percepciones homogéneas del mundo y la vida a nivel global.

No se trata de crear una nueva episteme, justamente, el camino es lo contrario, dejar de construir la visión y la descripción del mundo y de la vida a través de un conjunto de ideas, concebidas por un grupo de ?pensadores iluminados?.

No se trata de negar la visión racional del mundo a través ?del logos?, porque es él, quien construye ?la realidad? a partir de las ideas o razonamientos. Así como el eurocentrismo creó el concepto de que ?lo particular europeo es lo universal?. De la misma manera, el eurocentrismo afirma que el conocimiento solo se puede crear a través de la razón. Sin embargo, existen otras formas de conocimiento de los seres vivos, incluido el ser humano, que no es necesariamente el razonamiento occidental. Es decir, existe una ?pluriversalidad? de medios para acceder al conocimiento y, por ende, percibir el mundo y la vida de manera diversa. La racionalidad no es el único camino al conocimiento, existen muchos seres vivos que adquieren conocimiento y no tienen cerebro y otros que lo tienen, no lo usan como el ser humano. Múltiples y diversas racionalidades o epistemes.

Porque al tratar de hacerlo, sólo estamos reduciendo y limitando las capacidades humanas y excluyendo diversos pluriversos posibles. Se trata en cambio de dejar abrir las posibilidades humanas de la percepción y el conocimiento, de otras formas posibles de vida y otros mundos en el mismo tiempo y en el mismo espacio en el que vivimos. Los seres humanos somos infinitamente más complicados y con mayores posibilidades de lo que supone el pensamiento occidental.

Se debe ser más humilde con ?el logos? y dejar de creer que la realidad y el conocimiento solo se puede percibir a través ?del pienso luego existo?. Dejar de creer que nuestra superioridad sobre los demás seres vivos radica en la capacidad de ?pensar? y que ?Dios nos hizo a su imagen y semejanza? entregándonos el mundo para reproducirnos y medrar. No existe un único ?universo? que rige para todos, existe un pluriverso con muchos universos. El pluriverso es mucho más que esa estrecha concepción antropocéntrica eurocentrista de que el hombre blanco a partir de Europa es el centro de todo lo concebible.

El logos es como una esfera reflejante de acero inoxidable que construimos con nuestros pensamientos, y por tal, es un reflejo de nosotros mismos. Esta sólida y blindada esfera, nos contiene y ?nos explica?, y a dondequiera que observamos, vemos el reflejo de nuestras ideas, y a esos reflejos de nosotros mismos les llamamos, ?el mundo y la realidad?. Esta ?realidad? será creada por otros y sostenida por nosotros mismos a través de nuestros pensamientos y nuestros actos. Cayendo en el círculo vicioso de ?actuar nuestros pensamientos? y confundir el mundo, con nuestras ideas.

Esta invulnerable y sólida esfera reflejante, construida por las ideas, nos alejan y nos separan de ?la realidad? entendida como lo que es ?per se?, un conglomerado infinito de cargas energéticas, que existe por sí misma, de la que deberíamos formar ?conscientemente- parte integral. El pluriverso (todos los universos posibles), no es un conjunto de ideas, el pluriverso sólo es un pluriverso de energía, independientemente de las ideas o la forma de percibirlo. La filosofía es que no hay filosofía, la metodología es que no hay metodología, es decir, necesitamos dejar de construir ?el mundo y la vida?, con las ideas propias y ajenas. Lo que se requiere es dejar de abusar del raciocinio, que puede llegar a ser irracional, como el suicidio ecológico en función del Mercado. Dejar de pensar en qué debemos de pensar, y ponernos, simple y sencillamente, a sentir, a hacer, a vivir, como lo hacen los demás seres vivos, como los animales salvajes, como los árboles, como las montañas, como los mares, como ?Nuestra Madre Querida? Tonantzin o Pachamama.
Lo que se requiere es aceptar que ?el conocimiento? no solo se puede adquirir únicamente por medio del uso de la razón. El ser humano y la mayoría de los seres vivos adquieren conocimiento sin el uso de la razón. Existen diversas formas de adquirir conocimiento. Es necesario desechar el vicio de pensar y de pensar en pensar, y de creer que la vida es un cúmulo de pensamientos. Se requiere comprender y sentir que la vida es una ?percepción pragmática?, como lo hacen los árboles y los demás seres vivos a través de la energía. El razonamiento es el arma más poderosa del ego. Necesitamos volver a la esencia de lo que somos, ?seres vivos perceptores?, que nuestro mayor logro es estar vivos y sentir la vida, sin ideas, sin adjetivos, sin categorías. Simple y llanamente sentir, porque llegará un momento inexorable en el que dejaremos de sentir, y todos nuestros pensamientos se convertirán en nada. La vida intelectual se acaba de súbito y la energía permanece.

A final de cuentas, somos una pequeña partícula energética en un pluriverso energético, somos una gota en el océano, un océano de energía no de ideas. La esencia de nuestra existencia es una frecuencia, como parte energética, estamos sujetos ?al todo energético? en movimiento y equilibrio bajo una sola frecuencia con un infinito de tonos. El desafío a través de la conciencia, -que no implica necesariamente razonamiento-, es llegar a la plenitud de la percepción. Es decir, afinar nuestra carga energética en la frecuencia vibratoria generadora.

En los cientos de miles de años que el ser humano tiene de vivir en el planeta, en sucesivas ?eras? o como las llamaban nuestros Viejos Abuelos toltecas, en diferentes ?Soles?, hemos tratado de alcanzar la frecuencia más pura ?del todo? para unificarnos en armonía con ella. Y en un eterno retorno, con avances y retrocesos, como las mareas o la mecánica celeste, repetimos una y otra vez el mismo ciclo energético. Nuestros Viejos Abuelos lo describen muy bien en la Leyenda de los Soles.

II. Desarrollo Cem Anáhuac

?El pensamiento heterárquico (La heterarquía es un sistema en el cual los integrantes no piensan en decidir sobre el otro, sino en interactuar. Esta forma de participar puede generar múltiples ideas, consejos y ayudas para que todo un grupo funcione de manera correcta) es un intento por conceptualizar las estructuras sociales con un nuevo lenguaje que desborda el paradigma de la ciencia social eurocéntrica heredado desde el siglo XIX. El viejo lenguaje es para sistemas cerrados, pues tiene una lógica única que determina todo lo demás desde una sola jerarquía de poder. Por el contrario, necesitamos un lenguaje capaz de pensar los sistemas de poder como una serie de dispositivos heterónomos vinculados en red.? Santiago Castro-Gómez, Ramón Grosfoguel.

En los siete mil quinientos años de desarrollo humano endógeno del Cem Anáhuac, pero en especial en los diez siglos de su máximo esplendor, llamado periodo Clásico (200 a.C. a 850 d.C.). El ser humano no buscó la plenitud y el conocimiento únicamente a través de la razón. La percepción de la vida y del mundo fue totalmente diferente a la de los europeos, que a partir del siglo XVIII empezaron a buscar ?la verdad? a través de la razón. Para Los Viejos Abuelos toltecas en el vértice superior de sus logros civilizatorios no estaba el atesoramiento y el consumo, el comercio, la subordinación y la guerra, la propiedad privada y la plusvalía, la comodidad, la explotación, y dominación de la naturaleza.

El mayor proyecto material fue la construcción de los Tollan, que hoy se conoce como zonas arqueológicas, construcciones que rompen la lógica del pensamiento occidental, ya que, en el periodo Clásico, no fueron ciudades, ni fortalezas, palacios o ?centros ceremoniales y menos comerciales?. Lo cierto es que todas las civilizaciones con origen autónomo del planeta, todas sin excepción, construyeron pirámides. La civilización del Anáhuac es la que construyó el mayor número de pirámides en la historia de la humanidad, y como el caso de Daany Beédxe (Monte Albán en Oaxaca), el esfuerzo energético-constructivo se llevó más de trece siglos continuos.

Este enorme esfuerzo constructivo, que requirió no solo los conocimientos y energía, sino el esfuerzo histórico social, no se ha evaluado correctamente por la colonización epistemológica, pero debería ser el punto de partida para entender que han existido antes de la Modernidad un pluriverso epistémico, que poseyó diferentes formas de interpretar ?el mundo y la vida?. Lo que implica que su visión del mundo y la vida, fue totalmente diferente al que hoy tenemos y que el conocimiento no necesariamente se obtuvo únicamente a través de la razón. Ni el objetivo de obtener el conocimiento, sea igual al de la cultura occidental.

La visión del mundo y la vida anahuaca no desapareció gracias a la permanente lucha de resistencia cultural que se ha desarrollado en los cinco siglos de coloniaje, solo se ha agazapado. Los pueblos del Anáhuac y el Tawantinsuyu, han mantenido en su memoria histórica, en sus usos y costumbres, en sus saberes comunitarios, esta milenaria visión del mundo y la vida, que los europeos jamás han intentado conocer, y en cambio, la han mal interpretado y despreciado. Y, por otra parte, los hombres y mujeres de conocimiento de la Toltecáyotl, no desaparecieron con la invasión, lo que sucede es que los europeos jamás los han podido conocer, los toltecas gozan de ?la libertad ilimitada de ser unos desconocidos.? Que los europeos no hayan podido vislumbrar el conocimiento de los anahuacas y tiwanacotas, no significa que no exista o haya desaparecido.

Esta sabiduría en el Anáhuac se conoce como Toltecáyotl, y no sienta su base en el ?raciocinio? como la única y más importante forma de crear y sistematizar el conocimiento. Los valores y principios de esta visión del mundo y la vida son muy diferentes a la visión occidental y están más cerca de las milenarias sabidurías del Oriente y de África.

No se requiere crear una nueva episteme, se requiere en cambio, recuperar la memoria histórica, ?recordar a la manera tolteca?, es decir, recupera la sabiduría ancestral ?como una carga energética?, para retomar los principios y los valores del mundo y la vida de nuestra civilización Madre y con ella recrear otro mundo que ha sido posible durante muchos siglos en el pasado, y que ha sido muy exitoso y duradero. El inicio de ese camino comienza con recuperar la memoria histórica, y repensar, descolonizadamente, el potencial que han tenido y tienen el calpulli y el ayllu, en la organización y armonía de la vida milenariamente entre los pueblos y culturas del continente llamado Ixachilan en náhuatl del Norte, y en el Sur como Abya Yala o en legua quechua Allpa Pacha.

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