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El Calendario de Venus de los Mayas

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El Calendario de Venus de los Mayas
historiaybiografias.com
En diciembre de 1925, el Dr. Heriberto J. Spinden, de la Universidad de Harvard, reveló el misterio del calendario de los mayas de la América Central, y estableció una correlación entre este extraño y admirable contador del tiempo y las verdaderas posiciones del planeta Venus en el sigdo VI, antes de Jesucristo. Dos años antes el Dr. Spinden había demostrado que la primer fecha definida en la historia del Nuevo Mundo era el 6 de agosto del año 613, cuando los mayas empezaron a dar a cada día su número consecutivo, y a hacer un rudimentario registro de lo que ocurría en el firmamento, y que el calendario anual perfeccionado fue inaugurado en el solsticio de invierno del año 580 antes de Jesucristo.

Ahora, el Dr. Spinden está en condiciones de probar que el calendario de Venus de los mayas fue puesto en orden definitivamente entre dos apariciones de Venus como estrella matutina en conjunción con los solsticios de invierno de los años 538 y 530 antes de Jesucristo.

Esto explica, además, que Quetzalcoalt, el conquistador tolteca de tiempos posteriores, fuera hecho dios de la Estrella Matutina. Al ser descifrado el calendario de Venus, se encontró la significación de varios jeroglíficos que eran antes desconocidos, y adquirió un nuevo interés el arte y la religión de los antiguos mayas.

El calendario de Venus, ateniéndonos a la materia de este capítulo, depende del hecho de que Venus, que se mantiene en una órbita que está dentro de la de la Tierra, hace trece revoluciones alrededor de nuestro orbe central en dos años menos unos dos días. Pero, vista Venus desde la Tierra, parece hacer solamente cinco revoluciones, que son las cinco vueltas que gana a la Tierra en una carrera desigual.

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Planeta Venus: Como para los mayas este planeta era un ser portador de malas nuevas, de presagios funestos y de guerras, los sabios mayas determinaban con precisión sus posiciones para conjurar anticipadamente sus desgracias mediante las ceremonias correspondientes.

Para ganar una vuelta, el veloz planeta se lanza, primeramente, a través del espacio y pasa por detrás del Sol, perdiéndose de vista, al fin de la fase, como estrella matutina. Después, para atajar, da otro amplio salto y vuelve a colocarse entre la Tierra y el Sol. Al acercarse al fin de su carrera, Venus es un punto brillante, como estrella vespertina, desapareciendo en occidente poco después de la puesta del Sol. Piérdese, finalmente, en la luz del Sol, en conjunción inferior, para emergir, antes de la salida del Sol, como estrella matutina.

Después de que la invención de un sistema de medir el tiempo y de la escritura jeroglífica dio a los mayas un registro seguro, descubrieron la doble existencia de Venus como estrella vespertina y matutina, y trazaron cuidadosamente todas sus misteriosas idas y venidas. Observaron que Venus desaparecía durante ocho días entre su último resplandor en occidente y su primer resplandor en oriente.

Esta observación precisa sólo era posible en el corto crepúsculo de los trópicos. Observaron también que las mismas fases de Venus volvían a verse alrededor de unos quinientos ochenta y cuatro días, por término medio; así que, cinco años de Venus, son, prácticamente, iguales a ocho años ordinarios.

Das precisiones hechas por los mayas al formar el calendario de Venus son tanto más notables cuando se sabe que los años de Venus varían actualmente en longitud unos ocho días, mientras que el término medio de los años tropicales y de Venus debe ser establecido en difíciles fracciones de día. Pero cinco veces 584 es igual a ocho veces 365, le que basta para asegurar un regreso a la misma posición en el mes de los mayas, tras la terminación de cinco años formales de Venus.

Cuando el método peculiar de los mayas de numerar los días por una permutación de trece números y veinte nombres, dando un ciclo de 260, se aplica a aquellos resultados numéricos, el calendario de Venus se convierte en un mecanismo del tiempo, cuya carrera abraza 104 años civiles o 65 revoluciones del planeta.

Eos mayas eran altamente lógicos y no empleaban intercalaciones temporales en ninguno de sus calendarios. Por tanto, su mes iba hacia adelante en el año natural por el mismo cómputo de que nosotros nos valemos para la compensación insertando días extraordinarios en los años bisiestos. Sin embargo, sabían exactamente, en cualquier tiempo, en qué año natural estaban.

Los mayas dividían los casi 584 días del periodo de rotación de Venus en cuatro partes: 236 días de visibilidad en el este como estrella matutina, 90 días de paso tras el Sol o conjunción superior, 250 días de aparición en el oeste como estrella vespertina y 8 días para el paso no visible entre la Tierra y el Sol o conjunción inferior.

Similarmente, no modificaban la estructura formal de su calendario de Venus añadiendo o substrayendo días, pues sabían exactamente cuántos días tenían que añadir o substraer para alcanzar las verdaderas posiciones del planeta. Eos significados de los nombres de los meses mayas y el simbolismo de esos nombres están de acuerdo con la situación natural en el año 580 antes de Jesucristo, y, por lo mismo, resalta la evidencia, en cuanto al calendario de Venus, de que los lugares calendáricos de éste coinciden con las actuales apariciones del planeta.

El patrón completo del calendario de Venus existe solamente en uno de los tres libros antiguos que se han salvado milagrosamente. Llena seis páginas del Códice de Dresde, quizá el manuscrito más preciosamente iluminado del mundo, verdaderamente uno de los más bellos. Una inagotable paciencia no hubiera bastado para restaurar este calendario en su perfección de los signos de los monumentos antiguos, si bien esos signos ahora parecen más notables y precisos. Similarmente, la correlación básica de la cronología maya pende de otro hilo de experiencia más delgado aún.

El calendario del Códice de Dresde: En el calendario de Venus del Códice de Dresde, encontramos un ciclo de ciento cuatro años que empieza desde una posición de mes maya llamada 18 Kayab, que se repite en la tabla cada ocho años. Hay otras cuatro fechas rectoras de Venus en el año maya, principalmente el 12 Fax, el 6 Zip, el 5 Kankan y el 19 Xul, que son las de las otras cuatro apariciones del planeta en el ciclo de ocho años.

La primera de estas posiciones mensuales se registra en el Códice de Dresde como correspondiente al 13 de abril del año 363 antes de Jesucristo. La tabla de las apariciones helíacas de Venus actuales demuestra que no hubo en ninguna parte tal fase del planeta hacia esa fecha. Pero retrotrayéndose al tiempo en que el 18 Kayab coincidía con una aparición de Venus como estrella matutina, se encuentra que el 19 Xul, otra de las posiciones mensuales del calendario de Venus del Códice de Dresde, coincide con una aparición de Venus quinientos ochenta y cuatro días antes del 12 de abril.

La serie entera de cinco fechas de Venus en el año maya coinciden tan estrictamente como lo permite el intervalo formal de quinientos ochenta y cuatro días con las fechas actuales de las cinco apariciones helíacas en un período de ocho años, que comenzará el 24 de junio del año 538 antes de Je su cristo.

Los mayas anotaban en las inscripciones tres clases de hechos, respecto a Venus, dos de los cuales dependen de esta histórica fijación de dicho calendario. Son: primero, aniversarios de las posiciones originales de Venus en el año natural de nuestro calendario gregoriano; segundo, aniversarios de las mismas posiciones en el vago año maya, cuyos meses siguen hacia adelante en la proporción que nosotros evitamos con el juicioso empleo del 29 de febrero, y tercero, apariciones contemporáneas de Venus como estrella de la mañana, ocurriendo en importantes números redondos de días contados por su era mundana o por alguna otra resaltante coincidencia.

Entre las inscripciones del primer imperio de los mayas, la mayor parte esculpidas entre los anos 400 y 600 antes de Jesucristo, hay un considerable número de ellas que tienen el jeroglífico de Venus en el título. En estas inscripciones, las fechas principales se pueden poner en relación indudable con los movimientos del planeta.

Se ha sugerido que el calendario de Venus estaba más bien dedicado a usos sacerdotales o astrológicos. En el Códice de Dresde está pintada, en conexión con cada año de Venus, una deidad benéfica directriz, una deidad maléfica guerrera y un dios o ser humano atravesados por una lanza. El día de la primera aparición de Venus como estrella matutina parecía ser más temida a causa de que la luz del planeta tenía poder para matar.

Finalmente, por lo que se refiere al desenvolvimiento ulterior del calendario de Venus, el Dr. Spinden encuentra la prueba de que un hombre de ciencia regio fue elevado a los cielos como un dios por haber resuelto un problema astronómico. Fue Quetzacoalt o Serpiente Emplumada, el más grande de los toltecas.

Simplificó el calendario maya con signos y nombres, que sus hermanos de México comprendieran, y puso aparte un día, que llamó el 1 Cuchillo, para que fuera el día primero del año toiteca. Este día correspondía al primer aniversario de la historia maya, 6 de agosto de 1913 antes de Jesucristo, mientras que el primer día de la historia toiteca era el 6 de agosto de 1168 antes de Jesucristo.

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