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Toledo a un mes de su partida

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Toledo a un mes de su partida
Toledo y uno de los sapos que habitan los jardines de la BS Biblioteca Infantil de Oaxaca, creada por la Fundación Alfredo Harp Helú el 3 de marzo de 2007.Foto cortesía de María Isabel Grañén Porrúa
Periódico La Jornada
6 octubre 2019.
No sé ni cómo empezar. Las palabras se me hacen un nudo en la garganta. Mi corazón oprimido duele. Hay sucesos en los que no caben las preguntas. Tu muerte, Francisco Toledo, nos deja desprotegidos, ha sido implacable, sorda e incomprensible. Lloro tu ausencia, a pesar de que tu presencia baña cada rincón de Oaxaca. Te busco en el IAGO, en esa hermosa casa que fue el hogar de una generación necesitada de libros y de cultura; ahí estás en tus macetas, en las columnas, en las rejas y en la bugambilia que sembraste en el patio trasero. Ha crecido tanto que su cubierta baña de sombra a los lectores y pinta las paredes con su silueta. El lugar es tan bello, tan acogedor, que en los últimos días se ha convertido en una capilla sagrada a la que acuden espontáneamente los habitantes y paseantes de Oaxaca. Llevan flores y ofrendas, pinturas, recados y fotos a su querido Maestro Toledo. Y es que, Francisco, tenías tanto corazón que daba para todos. A cada uno nos dejaste algo de tu generosidad, de tu mirada profunda, de tu ser.

Busco tu melena negra, y te veo al caminar en la calle de Alcalá. Llevas un libro bajo el brazo, tus pasos no se detienen, vas concentrado y saludas a alguien que grita: ¡maestro!, sonríes y sigues tu camino. Entras a una librería y el mundo se detiene. Compras tu periódico y lo extiendes en una de las mesas del IAGO ¡Ahí estás, ahí sigues! En casa de la Chatita, aguardo a que toques la aldaba de la puerta y que ella exclame: ¡Ése es Paco! En la mesa está listo tu totopo, el queso fresco y el chocolate caliente o tu café. En mi oficina espero a que abras la puerta y que me digas: ?¿Estás ocupada??? Aquí sigues en mi mente, en mis recuerdos, en mi vida. Tu presencia sigue colmando Oaxaca, porque tu luz es tan intensa que permanece la estela esperanzadora que dejaste.

Alma de ahuehuete, crecimos bajo tu sombra, rodeados de tu fauna imaginaria, siempre espontánea, siempre creativa. Nuestra vida quedó permeada de sueños con iguanas, conejos, lagartos y tortugas; peces, mantarrayas, langostas y camarones; monos, garzas y murciélagos; venados, elefantes y tapires? Nos enseñaste que la Naturaleza sabe a una fábula en zapoteco, y que en los seres diminutos también existen las historias fascinantes.

Tu vida ha sido la de un jardinero que decidió plantar árboles, libros, arte y belleza para devolver la vida a la tierra. El mundo, mientras tanto, se desangra en violencia y corrupción. Convencido de tu misión, te abocaste a reforestar una zona desértica de Oaxaca. La tierra desfallecía junto a los pobladores de ese maravilloso lugar. Silencioso, alzaste la voz en favor del maíz nativo y las lenguas originarias; defendiste como nadie tu ciudad y el patrimonio natural y cultural. No te bastó quedarte mirando, actuaste. Volaste papalotes en busca de 43 jóvenes desaparecidos; sentías tanto dolor que lo convertiste en obras de extrema belleza y nos hiciste llorar.

Sabías que los libros eran el mejor refugio, no te bastó con leerlos y adquirirlos, sino que los compartiste con una generación ávida de letras. Cambiaste el mundo, sí, el nuestro, el de cientos de personas que necesitábamos el bálsamo de los estantes de la biblioteca del IAGO. Comprendías que el arte también sana. No te conformaste con apreciar las obras de los grandes artistas, sino que moviste cielo, mar y tierra para que exposiciones magníficas llegaran a los museos de Oaxaca. Así comenzó a brillar el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, y florecieron tus múltiples proyectos: el Centro Fotográfico Álvarez Bravo, el Taller Arte Papel Oaxaca, la Biblioteca de Invidentes Jorge Luis Borges, el cine El Pochote, el Centro de las Artes de San Agustín Etla, la Biblioteca Francisco de Burgoa y el Jardín Etnobotánico. Nos llenaste de belleza. Y, por supuesto, tus brotes han sido inspiradores de otros árboles floridos de la Fundación Alfredo Harp Helú. Sí, la tierra y sus habitantes nos nutrimos con tu savia.

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