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Los desvalorados artesanos son los verdaderos artistas

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Foto Armando Mafud durante la entrevista en su casa-taller, en la colonia San Ángel InnFoto Rumania Olivares
El diseñador Armando Mafud presenta hoy su libro, retrospectiva de 36 años, en Bellas Artes
No sé coser, no dibujo ni bordo, pero sé lo que quiero, afirma quien ha sido el único de su ámbito que ha expuesto sus vestidos en ese recinto
Ha compartido pasarela con Christian Dior, Emanuel Ungaro y Christian Lacroix, entre otros
Recomienda a los nuevos creadores informarse
Juan José Olivares
Periódico La Jornada
Viernes 28 de abril de 2017.
Cuando era niño, a Armando Mafud le fascinaban las texturas, los aromas y los colores de las telas y cobijas que expendía su abuela en su tienda, en un mercado en Salina Cruz, Oaxaca.

Gozaba estar en el lugar porque también observaba a la gente que pasaba, como los artesanos y las artesanas, de los que amaba sus costumbres y festividades, las de la región del Istmo.

Aunque desde adolescente le gustaba la moda, estudió para dentista, profesión que ejerció 10 años. En ese tiempo, creó unos accesorios como ajuar y viró el camino.

No cose ni dibuja, luego de 36 años de carrera, pero su intuición creativa lo ha convertido en un diseñador de ropa histórico en México: el primero en incorporar a la alta costura el trabajo de verdaderos artistas: los artesanos, dice a La Jornada en una charla en su casa-atelier en la colonia San Ángel Inn.

Modestia aparte, fui el primero en esa incorporación... sólo yo hacía esas cosas.

Mafud ha compartido desfiles con diseñadores como Christian Dior, Emanuel Ungaro o Christian Lacroix.

Ha montado exhibiciones y pasarelas en sitios como el Museo de Louvre y el Palacio de Bellas Artes (el único que lo ha hecho en ese recinto tres veces), donde hoy por la noche presentará la que él considera su cosecha de cosechas: el libro Por siempre México.

Personas que sólo hacen cosas bonitas

No sé coser. No dibujo y no bordo, pero sé lo que quiero. Para ello tengo a personas que entienden bien lo que deseo. Son 36 años de diseñar con el interior. Por eso este libro es una cosecha de todas las cosechas. Una recopilación con más de 200 páginas y 150 fotos, acompañadas de textos de 12 escritoras que hablan de temas que me han circundado y con lo que quiero agradecer a México por tener a esos artesanos: los reyes y mis maestros. Es la gente en la que me inspiro, pero a la que no le han dado el trato que merece. Los ven como las personas que sólo hacen cosas bonitas. No se dan cuenta de que son nuestras raíces. Debería haber más apoyo del gobierno.

Cuenta que una ocasión quiso hacer para las bordadoras de Oaxaca una cadena de talleres. Había conseguido que una marca de máquinas se comprometiera a donar una si el gobierno pagaba otra. Nunca le respondieron.

Es una tristeza que no se les dé el valor que tienen. Los artesanos están como para estar en las galerías, igual que los artistas plásticos. Institucionalmente hacen muestras de su trabajo, pero cuando les dan un espacio para exhibirlo, lo hacen como de tianguis. No han entendido: las raíces son las que nos mantienen, argumenta.

Sabe del poder creativo de nuestros depositarios de la tradición.

Recuerda: Una vez me pasé de listo. Busqué a algunas artesanas del estado de México para un trabajo. Les di la idea y un anticipo de dinero, pero cada vez que iba a ver si tenían listo mi encargo me decían que no. Luego de ocho meses, les pedí que me regresaran mi dinero. Me lo devolvieron y supe que no deseaban hacer el trabajo, porque ellos no se dejan dirigir. Entendí que no era nadie para darles ideas, que yo era quien tenía que adaptarme. Ellos ven los colores de manera diferente a nosotros. Por más que uno quiera imitarlos, no se da. Eso es natural.

Las de Mafud son piezas únicas que empoderan a la mujer. Son confeccionadas con cristales, chaquira, lentejuelas, talavera, canutillo, piedras y plumas, entre otros materiales. Destacan las pintadas a mano a partir de obras de artistas plásticos como Diego Rivera o Rodolfo Morales.

–¿Un vestido puede llegar a considerarse obra de arte?

–Esa calificación la decide la gente. Yo hago un vestido, y si lo quieren ver como algo curioso o como obra de arte, no importa. Yo sólo hago mi trabajo y el público valora.

Sobre su proceso creativo, revela: No pienso qué voy a hacer. De pronto tomo telas que ya tenía y las completo con otras. Nunca me pongo a pensar que voy a diseñar. Hay veces que me da la locura y me despierto a la una de la mañana, y a esa hora imagino algo y hago anotaciones. No lo provoco, todo fluye.

A Mafud, quien ha dado conferencias magistrales en escuelas de diseño, se le pregunta sobre si realmente hay industria de la moda en México.

Responde: Sí la hay y también la veo con muy poco apoyo del gobierno. Muchos diseñadores de otros lugares del mundo tienen el respaldo de empresas o del gobierno para crear, hacer o montar un taller. Nosotros no. Sin embargo, esta industria sigue en la lucha.

También destaca que hoy día “hay muchos seudodiseñadores, que creen que es muy fácil arrancar el huipil a una tehuana y hacer su moda vulcano: puros parches. Nada más le ponen tres flores al vestido y creen que es un diseño. Para crear hay que trabajar, invertir y dejar el corazón”.

–¿El que haya diseñadores vulcano (sic) tiene que ver con que cada vez haya más escuelas?

–Los nuevos creadores tienen que documentarse. Yo no he hecho las cosas por casualidad. Si voy a hacer un vestido con talavera tendré que consultar 20 libros. En conferencias he recomendado que no arranquen páginas de las revistas, porque luego terminan haciendo la manga de un diseñador con el escote de otro. Pero también, hay que decirlo, existe una corriente de estudiantes que tiene idea e información.

Armando Mafud, por siempre México, primer libro de diseño de moda mexicana con una retrospectiva completa del creativo, se presentará a las 19:30 horas en la Sala Adamo Boari.

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