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LA MILENARIA CULTURA NAHUA Y LA RECIENTE CULTURA MEXICA

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LA MILENARIA CULTURA NAHUA
<br>Y LA RECIENTE CULTURA MEXICA
La civilización del Anáhuac, en tiempo y espacios diferentes, fue enriquecida por muchas culturas diversas, pero todas unidas por una misma raíz, que las unificó en una sola matriz epistémica que en lengua náhuatl se llama Toltecáyotl, pero que, en cada una de las ancestrales tuvo su propio nombre. Actualmente el Estado mexicano reconoce la existencia de 68 culturas ancestrales, sin embargo, existen culturas no reconocidas pero que siguen en su lucha de resistencia, como los dneé apaches, y los numunuu o comanches.

Por sus vestigios materiales tenemos algunas culturas más conocidas, especialmente por la publicidad turística, pero no más importantes, porque para el Anáhuac, uno de los logros más importantes fue ?la unidad en la diversidad?. Es decir, el hecho de no construir centenarias edificaciones, pintar códices o esculpir espectaculares estelas e impresionantes monolitos, no significa que no conocían y utilizaban la milenaria sabiduría, que no contaran con personas de conocimiento ancestral y que no estuvieran en contacto con los pueblos del Sur.

Sin embargo, actualmente son muy conocidas a nivel mundial las culturas maya y mexica. La primera por las investigaciones de las universidades e instituciones extranjeras, que han venido financiando y realizando los trabajos de exploración, rescate arqueológico e investigación han difundido profusamente sus hallazgos. La cultura mexica es importante, porque el Estado mexicano la usa institucionalmente como símbolo del pasado ?prehispánico? de México. Existen otras culturas menos difundidas por el Estado, y que en general, son usadas como atracción turística, más como un plus para atraer al turismo, como son las culturas olmeca, zapoteca, olmeca, purépecha, y totonaca. De ellas, se utiliza el patrimonio cultural tangible, pero se desatiende el patrimonio cultural intangible. Las culturas son usadas para la materia turística, es decir, atracciones como zonas arqueológicas y museos; no como valiosos instrumentos para reforzar la memoria histórica y la identidad cultural ancestral del pueblo.

LA MILENARIA CULTURA NAHUA
<br>Y LA RECIENTE CULTURA MEXICALa cultura mexica, que ha sido utilizada como un instrumento de neocolonización del Estado mexicano, para hacer creer al pueblo, que fue la cultura más importante, de lo que ellos llaman colonizadamente ?historia prehispánica?. Con esta estrategia pretenden diluir la existencia e importancia, no solo de las otras culturas, sino que, además, desparezca de la memoria del pueblo los miles de años de los periodos Preclásico, con casi ocho mil años y el periodo Clásico con más de mil años.

El proyecto de identidad del Estado mexicano pretende reducir la milenaria historia del país a menos de dos siglos de la cultura mexica (1325-1521), justificando el nombre indebido que arbitrariamente le pusieron un puñado de criollos y gachupines en 1824, al bautizar su nuevo país como México, inspirándose en el título del primer libro formal de historia, publicado en 1780, titulado ?Historia Antigua de México?, por el padre e ideólogo del criollismo, el jesuita Francisco Javier Clavijero.

El proyecto de país fue, desde un principio ir contra la pluralidad y diversidad milenaria. Los criollos han diseñado ?su país?, con estas características: mono cultural y mono lingüístico. Con una sola nacionalidad, una sola lengua, una sola identidad, una única religión; y es, justamente aquí, donde entra la idea de que todos los ciudadanos son mexicanos, es decir, descendientes de los mexicas, desapareciendo el milenario nombre que siempre tuvo esta tierra de Anáhuac, y contribuyendo a la desinformación sobre el origen de una misma identidad civilizatoria de todos los pueblos y culturas.

El hecho de que el país se llame México impone, el no reconocimiento de la existencia de una milenaria civilización, con un sistema de conocimiento asombroso y extraordinario que ha contribuido en gran medida al conocimiento y bienestar humano, como es la invención del maíz, la cuenta perfecta del tiempo, el chocolate, la milpa, la primera matriz de cálculo el Nepohualzinzin, el primer sistema de educación pública y la más antigua democracia participativa en funciones hasta la actualidad, llamada despectivamente por la cultura dominante ?sistema de cargos?, que se ejerce cotidianamente en cientos de municipios anahuacas del país, por citar solo algunos de sus impresionantes logros.
Pero, sobre todo, que mantiene los dogmas coloniales que afirman que nuestros antepasados eran salvajes, violentos, primitivos e idólatras, que gracias a la invasión europea se han ido civilizando, entendiendo el concepto como europeizado. Esto impide que el pueblo posea una fortaleza identitaria a partir de mantenerlos en la ignorancia de su milenario y grandioso pasado. El despojo de su memoria histórica y su identidad cultural ancestral, los condena a sentirse permanentemente derrotados, y justifica, que los extranjeros se apoderen de su fuerza de trabajo y de sus recursos naturales hasta nuestros días, por una falsa superioridad étnica, cultural, lingüística y religiosa.

De esta manera, la construcción de un fantasioso e inexistente ?imperio azteca? y una narrativa fundacional plagada de mentiras y falsas conjeturas que alimentan un patrioterismo pueril, que no se sostiene al conocer como el Estado mexicano, históricamente tiene en la pobreza, la injusticia y el abuso permanente al pueblo de este país. Un pueblo permanentemente excluido, despreciado y explotado. En el que una pequeña élite de poderosos económica y políticamente, integrada en su mayoría por descendientes de extranjeros o de avecindados, que no tienen empatía y respeto por los descendientes culturales de los pueblos y culturas ancestrales.

La negación sistemática de la identidad cultural ancestral, permite a los detentadores del poder económico, político y cultural, desde 1521 hasta la actualidad, mantener a un pueblo sumiso, amnésico y frívolo, ajeno a sí mismo, que asume como propio, el país que nunca le ha pertenecido y como suya, una cultura en donde siempre ha estado excluido.

La otra cultura más conocida es la maya. No por interés del Estado mexicano, sino por el tiempo, el dinero y los estudios que han hecho los extranjeros, desde los inmorales saqueos del cenote de Chichen Itzá, de Edward Thompson, hasta las asombrosas investigaciones de Yuri Knózorov sobre la escritura maya. Efectivamente, han sido, en especial en el Siglo XX, las Universidades de Estados Unidos y las europeas, así como los museos y centros de investigación, los que financian y estudian la cultura maya. Para el Estado mexicano la cultura maya no ha tenido mayor valor, solo ha sido utilizada como un recurso turístico. Un ejemplo de esta actitud irresponsable es que, hasta el día de hoy, no existe un museo nacional de la cultura maya, a pesar de la importancia que tiene de manera nacional e internacional, una de las culturas más conocidas en el mundo.

La política cultural del Estado mexicano, que es totalmente neocolonial y es claramente visible en el Museo Nacional de Antropología e Historia, en el que la sala principal se encuentre la cultura mexica. El mensaje subliminal al pueblo y al mundo es que, el Estado encuentra sus cimientos históricos y culturales en la cultura mexica, lo que justifica que el país lleve el nombre de México, a pesar de que la mayoría de los habitantes no son mexicas.

El nacionalismo mexicano se estructura en su parte ?ancestral prehispánica? con los doscientos años de los mexicas, más nada. La supuesta independencia de España por un puñado de criollos, comenzando con lo que llaman ?el Padre de la Patria?. En efecto, Miguel Hidalgo y sus conspiradores no tenían como principal objetivo lograr una verdadera independencia de España, sino, quitar a los gachupines del poder para usurparlo los criollos. Hidalgo al verse descubierto pidió el apoyo de los anahuacas prometiéndoles la libertad, para finalmente traicionarlos. En el grito de Dolores termina diciendo ?es hora de matar gachupines?vivan los reyes de España?.

De esta manera, la ideología criolla, es iniciada por Cortés, sus hijos y sus secuaces, con la amenaza de traicionar a la corona española si no lo nombraban virrey. Cortés se independizaría, como lo hizo de Cuba, y crearía el reino de México, donde él sería su primer rey. Los criollos durante el periodo colonial fueron vistos con desconfianza, porque ellos se asumían como los ?dueños originarios? de las tierras, que habían sido ganadas por sus antepasados, y alimentaban un sentimiento de rechazo a los peninsulares o gachupines que iban llegado, tanto enviados por la corona a gobernar y administrar, como los que venían a hacer negocios. Hasta nuestros días, el pueblo colonizado tiene la idea que ?lo criollo? es lo originario de esta tierra, como: el maíz criollo, la gallinita criolla, la comida criolla, etc.

Pero volviendo a la diferencia entre la cultura nahua y la cultura mexica. Primero tenemos que puntualizar que la cultura nahua es milenaria, y que, con la cultura maya, son las que ocupan la mayor cantidad territorial. Actualmente los pueblos nahuas están en los estados de Durango, Nayarit, San Luis Potosí, Michoacán, Guerrero, Veracruz, Oaxaca, Puebla, Tlaxcala, Estado de México y Ciudad de México. No solo están en una gran extensión territorial, en once estados, sino que poseen una gran diversidad cultural y lingüística, pero todos mantienen esencialmente, la misma matriz de conocimiento, sabiduría ancestral y la lengua náhuatl con sus múltiples variantes dialectales.

En efecto, la cultura nahua tiene sus orígenes en el inicio de la sedentarización y la invención de la agricultura en el Altiplano Central. La región del Altiplano estaba favorecida con la integración de cinco lagos Chalco, Xochimilco, Tezcuco, Xaltocan y Zumpango, y como es una cuenca, los lagos eran alimentados por las aguas que bajaban de las montañas circundantes, de modo que el clima y las condiciones para la agricultura eran inmejorables. La agricultura y especialmente la invención de la chinampa, favorecieron los asentamientos humanos en esta región.

El centro de este desarrollo humano en el periodo Clásico, con muchos de duración fue el Tollan de Teotihuacan. Lugar al que arribaban las personas que se dedicaban a la investigación y estudio del conocimiento y la sabiduría, para enriquecer la Toltecáyotl. En Teotihuacan llegaba información y salía a todo el Anáhuac, porque como hemos dicho anteriormente, el conocimiento en el Anáhuac se creó de manera comunitaria y en una forma horizontal, por lo que estaban conectados todos los centros de estudio, conocidos como Tollan, y explica la llamada influencia teotihuacana en el amplio territorio de la civilización. La Toltecáyotl fue una creación de todos los pueblos y culturas del Anáhuac, no fue producto de una cultura específica.

Pero lo que si se puede afirmar es que, en el territorio de la cultura nahua, convergiera la sabiduría de todo el Anáhuac, justamente en Teotihuacan. Y la lengua náhuatl, que fue usada como lengua franca en todo el Anáhuac, permitió el intercambio epistémico entre todos los pueblos y culturas, dando uno de los frutos civilizatorios más importantes que fue lograr ?la unidad en la diversidad?, es decir, cientos de culturas diferentes, con lenguas y elementos culturales diferentes, pero todos unidos en lo esencial por una matriz de conocimiento. Este logro cultural y humano es de lo más significativo a nivel planetario, porque nos demuestra que los seres humanos y las culturas que producen, pueden convivir en armonía y respeto. Esto explica lo que Ignacio Bernal no logra descifrar en su ensayo? Un posible Imperio Teotihuacano? 1965, al no entender cómo los teotihuacanos pudieron tener, tal presencia en todo el Anáhuac, sin el uso de las armas o una religión con pretensiones universales.

La cultura nahua, por estar en el centro del país, desde el tiempo colonial y los dos siglos de neocolonia, ha sufrido muchas agresiones e imposiciones culturales, y si bien, no se mantiene en la superficie de algunas regiones las tradiciones visibles de su cultura, en el espacio sagrado y telúrico de la identidad, mantienen una asombrosa conciencia identitaria, tal vez no racionalizada, como lo hacen los intelectuales orgánicos occidentalizados, pero que en la batalla cotidiana contra la modernidad y la resistencia cultural, mantienen incólumes elementos culturales de una manera asombrosa, inteligente, y en ocasiones, que no pueden apreciar las mentes colonizadas. A diferencia de muchas comunidades mayas en los estados de Yucatán, Campeche, Chiapas, Tabasco y Quintana Roo, en donde se mantienen vivas, y en algunos casos, oculta a los ojos profanos, la espiritualidad y sabiduría ancestral de la cultura maya.

El caso más sobresaliente es la zona Sur y Oriente de la Ciudad de México, en donde se ha concentrado el espíritu modernizador y desculturizador de la evangelización, castellanización, alfabetización, la occidentalización y la noción exógena del progreso y el bienestar, desde los primeros años de la invasión, y que, pese a esta tremenda y sofocante desculturización, en una batalla de asombrosa resistencia cultural, se ha sabido guardar y preservar, la cultura ancestral nahua, a través de la resistencia y las apropiaciones culturales. Cultura nahua en pleno siglo XXI, es un baluarte en lugares como Xochimilco, Milpa Alta, Cuajimalpa, Magdalena Contreras, Ajusco, Tepito, Coyoacán y Azcapotzalco, por citar solo algunos lugares.

De esta manera, por la estrategia del Estado mexicano de amputarle al pueblo su memoria histórica y su identidad cultural ancestral, para dejarlo amnésico, indefenso y cooperante con el sistema neocolonial, los recién llegados mexihtin, después conocidos por mexicas y ahora por aztecas, han desplazado en la historia oficial, la memoria histórica del pueblo a la cultura nahua. La milenaria cultura nahua de Cuicuilco, Chalcatzingo, Teotihuacan, Cholula, Culhuacán, Xochimilco, Azcapotzalco y Texcoco, por citar solo algunos Tollan.

En efecto, no se tiene la noción de ?cultura nahua?, como si se tiene las nociones de cultura maya, zapoteca o purépecha, por citar tres. Se ha hecho lo posible por confundir a la cultura nahua, con la cultura mexica. Esta confusión en muchas personas que no tienen un conocimiento más profundo de la historia ancestral del Anáhuac, hace creer que los mexicas son los inventores y desarrolladores del conocimiento milenario que recibieron de la Toltecáyotl.

Los mexihtin, como se llamaban así mismos cuando llegaron en la tercera gran oleada de pueblos nómadas del Norte, no hablaban la lengua náhuatl, eran cazadores y recolectores, no sembraban milpa, vestían con pieles y no tejían el algodón. Como hijos de la cultura del desierto, tenían valores y principios que los hacían pueblos muy capaces y resistentes para sobreponerse a la adversidad. En todo el mundo, las culturas del desierto crearon pueblos muy sólidos, porque la sobrevivencia en el desierto es un desafío de vida o muerte. Existe un viejo proverbio del pueblo tuareg del desierto del Sáhara, ?Dios creó el agua para el disfrute de los hombres y el desierto para que el ser humano se conozca?.

Así pues, los mexihtin recibieron la sabiduría milenaria de la Toltecáyotl, por los pueblos nahuas del Altiplano Central, que no desaparecieron en el colapso del periodo Clásico del final del esplendor. Esos pueblos recibieron hospitalariamente a los migrantes de los desiertos del Norte. La primera gran oleada de gente del Norte venía dirigida por Xólotl, quien finalmente se asentó con su gente en lo que hoy es Texcoco. El segundo grupo venía dirigido por Aculha, y se asentó en lo que hoy se conoce como Azcapotzalco. El tercer grupo y último, venía dirigido por Tenoch, primero se asentó en lo que hoy es Culhuacán, pero fueron corridos y un grupo se fue a vivir a un islote de los dominios de Azcapotzalco, que más tarde se llamará Tenochtitlán, y otra parte del grupo de Tenoch, se fueron a vivir a Texcoco. Todo esto en el siglo XII.

La historia de los mexihtin fue muy difícil. Expulsados de Culhuacán por una disputa con sus anfitriones, vagaron en el Valle de México en busca de un espacio para vivir. Finalmente quedaron como tributarios del Señorío de Azcapotzalco e iniciaron una vertiginosa absorción de la cultura teotihuacana. Es importante mencionar que la educación desde muchos siglos atrás, era obligatoria, pública y gratuita. Y que existía un calmécac en Cholula, el Tollan consagrado a Quetzalcóatl, que se supone estaba dirigido por maestros de linaje tolteca, en donde eran enviados todos los jóvenes de los pueblos nahuas del Altiplano Central, que por su linaje estaban destinados a ser gobernantes.

Esta educación especial a los pipiltin, basada en los principios fundamentales de la Toltecáyotl, permitía una homogeneidad entre los diferentes gobernantes de los Señoríos nahuas del Altiplano, lo que garantizaba la armonía entre los pueblos. Los mexihtin mandaron a sus jóvenes, entre ellos a Moctezuma Ilhuicamina y a su primo Tlacaélel. Este último, fue un hombre muy inteligente y un estadista, que le dio a los conocimientos de la Toltecáyotl, un giro de 180 grados, creando con las bases de ese milenario conocimiento espiritual, la Mexicayotl con un sentido pragmático y material del mundo y la vida.
Básicamente la Toltecáyotl se sustenta en la figura filosófica de Quetzalcóatl, como advocación de la espiritualidad, la educación y el domino interior. Mientras que, para la Mexicayotl, la figura filosófica será Huitzilopochtli, numen tutelar de los mexihtin que llegó de los desiertos del Norte, que era la advocación del mundo material, la voluntad de poder y la guerra material. De este modo, Tlacaélel cuando fue Cihuacóatl de tres Tlatoani: Itzcóatl, Moctezuma Ilhuicamina y Axayácatl, pudo realizar los cambios ideológicos que se tradujeron en cambios en los usos y costumbres del pueblo mexihtin, y que propiciaron un espectacular crecimiento y expansión en muy breve tiempo, toda vez, que el aspecto material de la vida como fundamento existencial, no estaba en la milenaria tradición de la Toltecáyotl.
Tlacaélel, como estadista visionario, le diseñó a su pueblo un destino manifiesto. Ante el temor mítico del fin del Quinto Sol, él, le dio a los mexihtin la misión de sostener al Quinto Sol a través del sacrifico material y no espiritual. Las guerras floridas toltecas, en donde se enfrentaba al enemigo interior para florecer el corazón, se convirtieron en guerras expansionistas contra sus vecinos. Las guerras floridas se convirtieron en una razón de Estado, que proporcionaban pesadas cargas tributarias a los vencidos y prisioneros. Las escuelas se transformaron en escuelas militares. Se desarrolló el comercio y dejó de ser el intercambio a través del trueque, para ello, se creó un instrumento de cambio, que fue el cacao y las mantas de algodón. Se inició la propiedad privada que nunca había existido en el Anáhuac. Las guerras producían tributos en alimentos, objetos, materiales de construcción y mano de obra a través de los prisioneros.

Tlacaélel hizo la primera ?reforma educativa?, mandó destruir los códices ancestrales donde se registraba el legado tolteca y la llegada de los mexihtin al Altiplano como ?el pueblo sin rostro?, argumentando que los códices decían muchas falsedades y ordenó que se reescribieran con una nueva versión en donde cambiarán de nombre y pasarán a ser mexicas con una misión divina. Tomarán una ancestral leyenda y la modificarán, en la que ellos llegan al Altiplano en una mítica búsqueda de una tierra prometida. Se crea toda una historia de un pueblo predestinado. Ya no serán el ?pueblo sin rostro? que llegaron chichimecas y sin la Toltecáyotl. Retoman mitos ancestrales que no pudieron ser de finales del periodo Posclásico, tal vez se puedan ubicar en el Preclásico con los olmecas, pero que aparecen en otras civilizaciones y culturas del planeta.

En efecto, la idea de una peregrinación en busca de una tierra prometida. El nacimiento de un mesías de una madre virgen, que los conduciría a su destino. Esta historia aparece también en Mesopotamia y en África. De modo que se puede considerar que está en el inconsciente colectivo de la humanidad.
La invasión al Anáhuac, comienza en 1492, en las islas del Caribe. Cristóbal Colón y sus dos hijos, en diez años exterminan a todos los habitantes en su furiosa y deshumanizada explotación, y para 1519, han pasado 27 años de este infierno en las islas y, por supuesto, los habitantes continentales del Anáhuac sabían lo que sucedía y, por lógica, sabían lo que inevitablemente iba a suceder. De hecho, fueron derrotadas y rechazadas las dos armadas de saqueadores que envió Diego Velázquez, el Gobernador de Cuba, en 1517 y 1518, con Francisco Hernández y Juan de Grijalba respectivamente.

La tercera armada de saqueadores, capitaneada por Cortés, quien traicionó a Velázquez, se independizó e inició sin autorización real una invasión, venía con la instrucción de ?rescatar oro?, es decir, robar oro. Las cosas cambiaron y la historia tubo otro desenlace debido a que: 1519 era el año de la profecía del regreso de Quetzalcóatl, Cortés recibe la asesoría de Malinche para ir a ocupar Tenochtitlán, asumiendo a Cortés como enviado de Quetzalcóatl, al interior de la jerarquía mexica había una fractura entre los que luchaban porque se regresara a la tradición de Quetzalcóatl-Toltecáyotl, y el bando que quería mantener las reformas de Tlacaélel de Huitzilopochtli-Mexicayotl, al punto que ya habían asesinado en esta lucha al longevo Cihuacóatl Tlacaélel, el apoyo que recibió Cortes del tlatoani texcocano Ixtlilxóchitl con sus 300 mil guerreros que fue el brazo armado del invasor, no las armas y caballos, y menos la supuesta valentía de 400 desarrapados saqueadores que no formaban un ejército o cuerpo militar, sino una banda de delincuentes con el permiso de la corono española y la bendición del Vaticano, según las Bulas Alejandrinas.

Todo esto provocó una guerra civil entre los pueblos de cultura nahua del Altiplano Central, a la que Cortés y los historiadores hispanistas colonizadores han presentado como una ?conquista hispánica?, y aceptada en la versión oficial del Estado mexicano de su historia oficial.

A partir del 13 de agosto de 1521, es cuando comienza la invasión española dirigida por Cortés, asesorado por Malinche, usando los ejércitos nahuas del Altiplano Central, para llegar a parte lo que hoy es Centro América y hacia el Norte, hasta llegar a la mitad Oeste de lo hoy es Estados Unidos en los siglos posteriores. Esta es otra versión de la invasión española. Desde hace cinco siglos los extranjeros nos hacen luchar entre hermanos, por los ideales e intereses de los criollos.

La historia oficial de los mexicas, como la supuesta cultura más importante y poderosa del Anáhuac es totalmente falsa, fantasiosa e ideológicamente hispanista, porque, a final de cuentas, un valeroso español con tan solo un puñado de ?soldados? venció a un poderoso imperio con cientos de miles de guerreros, empequeñece los tamaños de Alejandro el Magno, Atila o Napoleón. Los expertos dicen que Las Cartas de Relación, son la última novela de caballería de la Edad Media, por las mentiras y fantasías con que está hecha la obra. La cual, por cierto, fue inspirada en La Guerra de las Galias de Julio Cesar y que Cortés leyó en la Universidad de Salamanca.

El Estado mexicano a través de la SEP, el INAH, las universidades y los medios masivos, han logrado, que en general, el pueblo de este país, crea en esas mentiras y se convierta en un ignorante de su milenaria historia. Esta amnesia histórica tiene el objetivo de crear una identidad ficticia, débil e insostenible, pero muy redituable para los grupos de poder económico y político, quienes al explotar históricamente a un pueblo ajeno a los mejores valores y principios de sí mismo, no enfrentan una poderosa defensa de su cultura, de su dignidad, de su mano de obra y de sus recursos naturales. Este es el verdadero objetivo de tergiversar la historia.

El dominio ideológico del invasor sobre el invadido, le permite crear condiciones ideales para explotar y depredar impunemente. Los invadidos colonizados se piensan y actúan con sus hermanos como invasores-conquistadores. Se crea una cultura racista y clasista, de abuso y corrupción, de violencia e impunidad. Esta es, justamente, la historia de México, en estos casi dos siglos de existencia como país de criollos para criollos, en dónde el fantasma de Hernán Cortés, sigue inspirando las matanzas, los abusos, los saqueos y las injusticias que se siguen cometiendo con el amnésico y amputado pueblo.
Reducir la historia ancestral del Anáhuac a dos siglos, es dejar a un pueblo milenario huérfano, inseguro, dependiente, con una tremenda falta de auto estima y una exagerada exaltación por los extranjeros y lo extranjero, especialmente de Europa y Estados Unidos. Un pueblo que permanentemente exalta lo extranjero y desprecia lo propio, pero que, al mismo tiempo, es excluido y rechazado por los invasores. Un pueblo que se siente menos y se siente derrotado, vencido por la historia oficial.

En los dos siglos de gobiernos de ideología criolla, desde el presidente de la república hasta los presidentes municipales, en el discurso político demagógico exaltan y folclorizan lo indígena, pero en el ejercicio de la administración, los presupuestos y la justicia, se desprecia, rechaza y excluye a las personas y pueblos de extracción indígena. Tal vez, con la excepción de Tata Lázaro Cárdenas.

Se puede criticar de exagerado los argumentos que presentamos en la exposición, pero, la realidad nacional, en números fríos es contundente y nos da la razón. En este país hay 16 familias que poseen el dinero suficiente para pagar la deuda pública, y no se quedan pobres. ?El modelo económico mexicano beneficia solo a las élites económicas, UNAM, PERSEO?. Y quiénes integran estas élites, no son descendientes ancestrales de la civilización del Anáhuac. Tampoco son mestizos raciales y culturales que forman la mayor parte del pueblo. Menos aún son el 16% de los mal llamados mexicanos, que según el INEGI hablan una lengua indígena y que, poseen solo el uno por ciento de la riqueza nacional, representada básicamente en sus tierras, ahora asechadas por la codicia de las empresas extractivas nacionales y extranjeras.

Los problemas de injusticia, explotación y depredación que sufre todo el pueblo, no solo los indígenas, tiene que ver, en su esencia, en la falta de la memoria histórica y la identidad cultural ancestral. Esta es la verdadera razón por la que la historia oficial, desde 1824, promueve la ignorancia y la desculturización a través de exaltar a un inexistente y fantasioso imperio azteca.

Una persona, una familia o un pueblo, que tiene su memoria histórica ancestral clara y nítida, sin trasgresiones ideológicas y políticas, tiene conciencia, por tal, es responsable y está dispuesta a defender sus derechos y su patrimonio. Son justamente, esas personas que se sienten orgullosamente mayas, nahuas, zapotecas, mixtecos, purépechas, totonacos, wirradicas, rarámuris, etc., antes que ?mexicanos?, los que tienen una permanente e histórica lucha de resistencia y defensa de sus culturas y territorios.
No se debe confundir la milenaria cultura nahua, con la bicentenaria cultura mexica. Se requiere descolonizar la historia. Darles el justo lugar a los textos escritos en el siglo XVI, tomando en cuenta las razones y las circunstancias que motivaron su creación. No pueden seguirse tomando como fidedignas ?fuentes históricas?, comenzando con lo escrito por Cortés. No se puede seguir manteniendo la mentira de que los mexicas crearon el maravilloso universo de sabiduría de una de las civilizaciones más antiguas de la humanidad.

Se requiere investigar y difundir a todas las culturas ancestrales del Anáhuac, para fortalecer las identidades regionales. Durante 9500 años fuimos diversos en la unidad, podemos volver a hacerlo sin necesidad de un nacionalismo decimonónico y eurocéntrico, totalmente ajeno a la realidad y al proceso histórico de la civilización del Anáhuac. Debe recordarse que la creación de los países, fue producto de los intereses de la banca europea, que decidió cambiar el orden continental desde la caída del Imperio Romano, que pasó de los cesares a los emperadores y reyes. Los dueños de los bancos decidieron remplazar a las monarquías, y para ello, los reinos pasaron a ser repúblicas y se crearon las democracias representativas.

El objetivo de los dueños del dinero fue diseñar sociedades fragmentadas, divididas y enfrentadas, para hacerlas desde sus cimientos, organizaciones humanas débiles y dependientes del poder económico. Para lograr este objetivo crearon una casta de parásitos llamados políticos, así como a los partidos políticos, para que el interés común y el bienestar de las naciones estuviera a expensas del poder económico. Se creo una débil democracia representativa de aisladas repúblicas, que se enfrentan a una poderosa dictadura del Mercado trasnacional.

El Estado mexicano debe devolverle al pueblo, la memoria histórica y la identidad cultural ancestral que le ha secuestrado estos dos últimos siglos. Se requiere replantear el país de acuerdo a su realidad histórica y cultural. Como lo ha hecho China e India, en la conformación de su nueva realidad. Se necesita poner por delante la realidad cultural de lo que hemos sido, lo que somos y deseamos ser, como civilización, no como país creado apenas hace dos siglos, por un puñado de peninsulares y criollos, que pretendían ser independientes de la corona española, pero manteniendo la estructura económica, política, cultural y social de la Colonia.

Se requiere investigar, analizar y revalorar la concepción de la Vida, el ser humano, la familia, la comunidad, el bienestar, la plenitud y la armonía, desde la perspectiva de conocimiento que crearon nuestros ancestros hace miles de años. Necesitamos repensarnos desde nuestros propios orígenes, desde nuestra propia experiencia civilizatoria, desde nuestra sabiduría y experiencia para alimentarnos, mantener la salud, educarnos y organizarnos. Esos conocimientos no se han perdidos, lo que les sucede es que están encubiertos o se mantienen marginados esperando que despertemos a la conciencia de ser nuevamente nosotros mismos. Todo esto de la mano de la ciencia y la tecnología. No se trata de hacer un museo del país o ir a habitar los Tollan. La tradición y la modernidad, desde esta perspectiva no están separadas.

Podemos y debemos volver a la unidad en la diversidad. Tomar de cada cultura ancestral los elementos culturales que nos puedan servir para reactivar una forma de vida en armonía entre nosotros mismos, los demás seres vivos y los demás pueblos del mundo. Se requiere que nosotros mismos hagamos las investigaciones y estudios sobre nuestras culturas Madre, en la que no se excluya a ninguna, ni se proyecte una sobre todas las demás, porque somos uno solo en la diversidad. Es decir, la matriz de sabiduría es la misma en todos los pueblos ancestrales, solo que enriquecida en la diversidad de sus maravillosas expresiones particulares.

Requerimos volver a tener una conciencia civilizatoria que nos una y fortalezca en nuestra prodiga diversidad. Fortalecer las lenguas de las culturas y volver a usar la lengua náhuatl, no solo como lengua franca, sino como una lengua baluarte de nuestra milenaria civilización, que atesora la sabiduría de nuestra más primigenia sabiduría depositada en el banco genético. Una tarea inaplazable que no es imposible, especialmente porque el desafío recae en la niñez, el docente y el aula.

En doce años escolares, es posible recuperar esta riqueza que está depositada en nosotros mismos. No es una fantasía o una ilusión, la experiencia que se ha tenido con los niños en el salón de clases, con la milenaria matriz de cálculo llamado Nepohualzinzin, es asombrosa. Nos demuestra que, en los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos, está depositada una semilla que espera de generación en generación, ese elixir de conciencia para brotar y crecer, como las semillas de las flores del desierto, que pueden esperar 10 o 20 años una lluvia para florecer luminosas y espectaculares en sus diseños y colores.

La milenaria cultura nahua debe de salir del calabozo de la injusticia neocolonial, en la que ha vivido estos dos siglos. Debe volver a ocupar el lugar que le corresponde en el concierto multicultural de nuestra civilización Madre, al igual que las demás lenguas, especialmente entre los niños que se educan en sus regiones, no importando si son anahuacas, mestizos o extranjeros, la sabiduría ancestral tiene un carácter telúrico y sale de las entrañas de nuestra querida Madre Tonantzin, y es la que nos nutre y forma espiritualmente a todos sus hijos. Porque ?ser anahuaca?, no es cuestión de fenotipos, o lenguas, o de usos y costumbres, es algo más profundo es entrañable, es energético, es la frecuencia vibracional de nuestro ser.

Estamos viviendo los primeros estertores de muerte de la bestia. La modernidad y la civilización de muerte, que lleva en sus pestilentes entrañas, la explotación, la deshumanización, la depredación, el culto al dinero, el consumo, el individualismo, la degradación humana, está llegado a su fin. Nada es para siempre. Los abuelos sabían que todos son ciclos. Está iniciado el final de un ciclo y está iniciando el principio de otro. Tenemos que tener conciencia de lo que está sucediendo y de lo que está por venir. Debemos estar preparado para enfrentar los tremendos desafíos que nos ha tocado vivir. Necesitamos educar a nuestros hijos en la responsabilidad de mantener la Vida y la sabiduría perene.

Esta sabiduría ha vivido por milenios en nuestro banco genético de información cultural. En estos cinco siglos hemos adquirido mucho conocimiento y hemos creado otros, para resistir. Debemos de tener conciencia que, no somos los conquistados, sino los resistentes, los poderosamente resistentes. Hemos vencido en el tiempo. Aquí estamos, no hemos desaparecido, nuestro corazón late al ritmo de los ayoyotes y los Huéhuetl. El tronco de nuestra ancestral civilización florece de nuevo, porque la raíz jamás murió. El espíritu de nuestros ancestros nos acompaña elevándose hacia el cielo, con el copal que les seguimos quemando.



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