Así titulé una colaboración que aprecio el 4 de Noviembre de 1993 en el Periódico Noticias de esta ciudad. Desde hace más de quince años venimos trabajando sobre la presencia de la filosofía creada por los antiguos mexicanos y la influencia de los pueblos llamados indígenas en lo que hoy es nuestra nación y nuestra cultura.
Para noviembre de 1993, en pleno furor salinista, nadie pensaba en los indígenas y mucho menos en la existencia del EZLN. Todo el mundo hablaba de que estábamos a unos días de entrar al primer mundo, pues el primero de enero del 94, entraría en vigor el TLC. Los mexicanos hemos vivido a espaldas de nuestra Cultura Madre, de nuestra raíz indígena. Quinientos años de negar lo propio y exaltar lo ajeno, de buscar afuera lo que tenemos dentro, de despreciar lo nuestro y ser despreciados por los de afuera. Cinco siglos de transitar a traspiés, ciegos y mudos, en este laberinto de soledades.
El futuro de México es su pasado. La reserva espiritual de los pueblos indios será la base con la que construiremos una sociedad justa y equitativa en este siglo XXI que comienza. Grandes cambios están por suceder. Cambios que ni remotamente hoy pensamos. Qué sucederá dentro de diez o quince años, seguramente lo que hoy creemos que sería imposible de suceder, sucederá, pero lo único seguro es que en ese cambio que viene, que se está dando, los pueblos indios tendrán mucho que aportar.
Por ello, amable lector, permítame transcribirle la colaboración de hace ocho años y analicémosla “a toro pasado”.
“Las estadísticas oficiales hablan de que en este país existen 34 millones de pobres que representan aproximadamente el 40% de la población total. También, en el mundo de las estadísticas se afirma que un 10% de los mexicanos viven en la pobreza extrema, por una parte, pero también se habla de que el 10% de la población es indígena. No se necesita ser un investigador de la realidad social para intuir que los grupos indígenas componen en gran medida ese 10 % de los mexicanos que viven en la pobreza extrema. Los estados del Sur-sureste, Oaxaca Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, además de contar con la mayoría de sus habitantes de origen indígena son los más pobres y atrasados del país en lo que respecta al desarrollo económico.
La justicia y los despojos de los que permanentemente se les hace víctimas; así como su cultura, que es eminentemente místico-espiritual, por lo que están más alejados del consumismo y de la ambición de la acumulación, hacen que sean los mexicanos más pobres... Sin embargo, paradójicamente poseen una riqueza inconmensurable de carácter Cultural-Espiritual, y es precisamente con ese patrimonio, con el que México definirá su rostro para el tercer milenio. Hoy esto pareciera imposible o demagógico... acaso mesiánico; pero acuérdese que los grandes cambios que esta sufriendo el país y el planeta entero empezaron hace tan sólo 5 años. Hoy la realidad rebasa a la ficción, en esta circunstancia, pensando en el futuro, lo único cierto es que el futuro será INCREÍBLE, usted qué piensa?.
Esta colaboración fue publicada en noviembre de 1993, ¿no cree usted que lo INCREÍBLE toda vía falta por venir? El movimiento político y social que ha despertado, no sólo en México, sino en el mundo, los insurgentes indios mayas de Chiapas ha marcado un parte aguas en la historia de los pueblos y culturas COLONIZADOS por Europa desde el siglo XVI.
Los imperios de aquellos tiempos han cambiado y ahora han unido sus fuerzas, poder e intereses. Los amos del capital financiero del planeta ahora dominan el mundo a través de la economía. Sin nacionalidad, sin bandera, sin líderes, sin ejércitos o armas; sin ningún compromiso moral o legal, los amos del dinero someten a los pueblos y gobiernos de todo el mundo, a través de instituciones supra nacionales como el B.M., la O.M.C., el F.M.I. y la O.N.U. Aplican la globalización y el neoliberalismo sin piedad o escrúpulo alguno, el capitalismo feroz y despiadado que, no sólo esta acabando con los pobres, sino con el mismo planeta a través de su depredación y contaminación.
Los pueblos originarios de México, los herederos directos de la milenaria civilización del Anáhuac han despertado de un largo letargo de cinco siglos, donde fueron masacrados, ultrajados, despojados, negados y desvalorizados.
De generación en generación, a través de la formidable resistencia cultural, han llegado al tercer milenio, ¡sobrevivieron!, a la evangelización, a la civilización, a la integración, a la modernización, al PRI y ahora a la globalización.
A principios del siglo XVII eran escasamente un millón. Los conquistadores y colonizadores exterminaron entre 20 y 25 millones de ellos en tan sólo cien años, es el genocidio más grande de la humanidad. Ahora el INEGI dicen que son 10 millones de indígenas (porque hablan una lengua madre), sin embargo, los “indios desindianizados”, probablemente sean más de la mitad de la población; y los mestizos?... ¿a donde creen que apunta más su mestizaje?, se creen españoles, franceses o gringos? O es que no conocen en verdad a esos pueblos y menos se conocen a sí mimos, quedando como “extranjeros incultos en su propia tierra”, permanentemente despreciando lo propio y exaltando lo ajeno. Permanentemente rechazados por sus colonizadores.
El desafío de los “mexicanos todos” será reconocer la parte indígena en nuestra forma de ser y entender el mundo y la vida. Necesitamos salir del “laberinto de la soledad” en las que nos metió el colonialismo, necesitamos recuperar nuestra memoria histórica, la identidad negada de nuestra Madre Cultura, “nuestro rostro, propio y nuestro corazón verdadero”, el verdadero orgullo de ser mexicanos.
Esto no quiere decir “volvernos indígenas”, sino simple y sencillamente tomar conciencia de que siempre hemos sido indígenas, ¡Que nunca lo hemos dejado de ser!, que es lo más valioso que poseemos, que eso es lo que nos distingue y nos diferencia. Aprender a vernos en el espejo de la realidad y, dejar atrás el sueño colonial de que fuimos españoles, franceses y ahora gringos de tercera.
El futuro de México estará determinado por la capacidad que tengamos de reconocernos a nosotros mismos y valorarnos como hijos de los hijos de Los Viejos Abuelos, como lo único “propio-nuestro” que tenemos. Los mexicanos somos un pueblo mestizo. No somos totalmente occidentales, ni totalmente anahuacas. Denostar y desconocer cualquiera de las dos partes que nos conforman, es quedar desmembrado, incompleto, vació, desolado. Debemos de luchar por ser dignos herederos de Miguel de Cervantes y de Nezahualcóyotl. ¡son nuestros orígenes!
Ese será el desafío de los próximos años, aunque usted ahora no lo crea. Pero dentro de ocho años, sí Dios nos presta vida, volveré a escribir esta nota.